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Reportaje:¿Qué echa en falta en su ciudad? | Elecciones 27M

Liderazgo y proyecto

Entrevistado en 1979 por una revista extraordinaria de fiestas (Celedón), el recién elegido alcalde de Vitoria, José Ángel Cuerda, sintetizaba en una página, tres preguntas y siete párrafos las líneas maestras de la política que llevó a cabo en los veinte años siguientes.

Es la tercera elección municipal en la que sigue sin vislumbrarse la solución para el soterramiento de la vía férrea
La identidad de ser "la ciudad donde se vive bien" sigue a salvo. Lo que se necesitan son ideas y proyectos sólidos
Pocas veces en la historia reciente Vitoria ha crecido más, pero para el ciudadano ha sido un crecimiento anodino

Hablaba ahí con precisión del problema y respuesta a la cuestión de la vivienda, de los centros cívicos y de su filosofía social, de los valores éticos que debía ayudar a construir la ciudad y de las responsabilidades que tenía también el ciudadano en las tareas municipales y en la solidaridad con los más débiles. Un programa en una página de una humilde revista festiva; un programa que, con grandes éxitos y grandes fracasos, sirvió para hacer la ciudad durante veinte determinantes años.

No es fácil acordarse de quién era alcalde de Bilbao o de Donosti en aquellas dos décadas de Cuerda. La ocasión del liderazgo va por barrios. A veces toca en un sitio y a veces en otro. Las encuestas colocan a "los políticos" como el cuarto problema para los ciudadanos vitorianos y cuadruplican en esa visión negativa a la que tienen los de las otras dos capitales. Mucho ha pasado en Vitoria en estos ocho últimos años para que esa impresión se haya generalizado. Nadie se ha salvado de esa quema cuando la opinión de la ciudadanía no exime a unos u otros, no distingue gobierno de oposición. La idea es que "entre todos la tenían y ella sola se murió", y que, en responsabilidades diferentes según se tenga a disposición el poder o la crítica del poder, todos han hecho difícil, si no imposible, el mínimo acuerdo municipal preciso para poner en marcha alguna política. Que es de lo que se trata y lo que pide el ciudadano. Luego, falta absoluta de liderazgo, tanto de quien ha gobernado ocho años sin ser capaz de trenzar alguna mayoría estable, por inverosímil que fuera -Cuerda gobernó hasta con Unidad Alavesa-, como también de su extensa y diversa oposición, sólo capaz de aparecer en un "todos a una" que sin duda tratará de rentabilizar de manera victimista el actual alcalde y nuevamente candidato.

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Porque, contradictoriamente, pocas veces en la historia reciente Vitoria ha crecido más. Posiblemente se haya construido más vivienda y ensanchado más espacio urbano que entre las otras dos capitales vascas juntas. Y ése es el problema. Se ha crecido hasta asombrar y apabullar a nuestros visitantes próximos, que siguen viendo a Vitoria como la ciudad de las grúas y del crecimiento sin fin. Pero, para el vitoriano, ése ha sido un desarrollo anodino, porque no se ha acompañado ni de operaciones que llenaran de sentido, de vida y de espíritu a ese crecimiento urbano, ni de la reflexión necesaria para saber adónde va la ciudad aumentando tan deprisa. Están a salvo los pilares de la tierra gasteiztarra. Son aquellos que describía Cuerda en su entrevista: vivienda para todos, calidad de vida, cohesión social, sostenibilidad, servicios municipales y compromiso ciudadano. Curiosamente, en buena medida vienen de una tradición anterior, histórica y reiterada en la segunda etapa del franquismo, cuando Vitoria se transformó industrialmente hasta lo imposible y, en lugar de hacer de ella un chandrío, se consiguió convertirla en un ejemplo. Esa identidad de "la ciudad donde se vive bien" sigue a salvo, y no tenemos que regodearnos más en ello como hacen las ciudades vecinas, que hace poco acaban de llegar a ese estatus, o como lo hace nuestro actual alcalde al ver fracasado el ramillete de ocurrencias innovadoras con que llegó hace ocho años.

Bien al contrario, lo que se necesita ahora son proyectos e ideas sólidas para una ciudad tan cambiante como desconcertada. Vitoria es la única ciudad vasca que sigue creciendo en espacio y en habitantes. Ha crecido tanto que ya no cabe en ese "salón de estar" que es su calle Dato. Pero sus políticos siguen viéndola desde ahí. El último anillo de Lakuabizkarra -40.000 vecinos- con Salburua y Zabalgana, Mariturri y los polígonos que se comen ya Elorriaga, Arcaya y Ali, sin más frontera al norte que el Zadorra y al sur que el desacuerdo provisional para seguir creciendo hasta amenazar los Montes de Vitoria, dibuja una ciudad con nuevos problemas: ¿un solo centro urbano o varios centros?; ¿qué funciones principales se han de ubicar en Lakua para que sea ciudad y no dormitorio?; ¿qué nueva política de transporte y comunicaciones urbanas?; ¿cómo encaja ahí el tranvía?; ¿cómo se aplica en la práctica el superplan de las supermanzanas de circulación y aparcamientos?; ¿seguimos creciendo en extensión o volvemos la vista sobre barrios ya obsoletos desde que fueron creados en los sesenta?; ¿más centros cívicos o una política de inversiones arriesgadas (y creativas, no solo repetitivas) en el terreno cultural?; ¿nos ponemos de acuerdo para salvar el Casco Viejo o seguimos de espaldas a él?; ¿insistimos en la sostenibilidad de un proyecto urbano esplendoroso pero que solo se justifica por tres cuartos de siglo ininterrumpidos de desarrollo?; ¿no corre ningún riesgo ese proyecto, aunque dependa tanto de la voluble economía-mundo de hoy (vg. ubicación de multinacionales)?... Cuerda habría sintetizado todas las preguntas en una página; yo necesitaría el periódico entero.

Resolver preguntas y atacar en comandita grandes proyectos que den sentido a la Vitoria exultante y desconcertada del siglo XXI. Curiosamente, en este aspecto hay acuerdo político, pero sigue sin verse la realidad. Es lo que ocurre con el tren y con el soterramiento de la vía férrea, y con el nuevo y central espacio urbano que emergería con ello. Es la tercera elección municipal en la que volvemos sobre el tema. ¿Será la última? Se hizo en la legislatura que acaba un Plan Estratégico Vitoria-Gasteiz 2010 que duerme en algún cajón municipal. ¿Haremos otro en la siguiente o alguien se arremangará y con cuatro ideas, dos planes y catorce votos de su padre y de su madre tirará para adelante con la ciudad y evitará a sus ciudadanos tanta pregunta ontológica como nos consume? Porque otros ocho años como éstos, ¡no, por favor!

Antonio Rivera es catedrático de Historia Contemporánea de la UPV-EHU y autor del capítulo sobre el País Vasco de La España de las Autonomías (Historia de España Menéndez Pidal).

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