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Muere el jefe talibán que 'iraquizó' Afganistán con atentados suicidas

La OTAN mata al comandante islamista que inició las decapitaciones de rehenes en el país

Fue el comandante talibán que 'iraquizó' Afganistán con atentados suicidas y los secuestros de extranjeros y las decapitaciones de rehenes ante cámaras de vídeo. Reclutaba y organizaba grupos insurgentes. Tenía unos 40 años y había perdido una pierna al pisar una mina antipersona en Kabul en 1996. Fue capturado en 2001 por EE UU y logró escapar. Mató a clérigos afectos al Gobierno afgano y masacró a decenas de civiles. Era el mulá Dadulá Lang. Y murió en la madrugada del domingo de un tiro en la cabeza y otro en el estómago.

Lo mataron en la provincia sureña de Helmand en una operación conjunta de la OTAN y el Ejército afgano. Ayer, su cuerpo fue expuesto ante los periodistas en Kandahar, antiguo feudo de los talibanes.

No era la primera vez que el cuerpo de este comandante aparecía ante los medios. A diferencia del mulá Omar, antiguo jefe de Estado durante el régimen talibán de quien poco se sabía antes de que Estados Unidos invadiera Afganistán en 2001 y del que nada se sabe desde hace seis años, el comandante Dadulá sí que concedió varias entrevistas. Era el único miembro del Consejo talibán que no ocultaba su rostro a las cámaras.

Recientemente había declarado a la cadena BBC que contaba con cientos de potenciales suicidas esperando sus órdenes para lanzarse contra las tropas extranjeras.

El mulá Omar, líder espiritual de los talibanes, tras su huida en 2001, emitió una grabación en la que nombraba a Dadulá Lang como uno de los 10 miembros del Consejo de los Talibanes. En 2004, el comandante Dadulá tomó el mando de las operaciones militares de los talibanes en el sur de Afganistán, donde las fuerzas aliadas internacionales han sufrido el mayor número de bajas. Era conocido por tomar parte de forma personal en las batallas.

"Fue el hombre que comenzó a decapitar rehenes en Afganistán", declaró uno de sus ayudantes a la agencia Reuters.

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Entre 1996 y 2001, durante el mandato de los talibanes en Afganistán, se ganó una reputación de comandante despiadado. El año pasado ofreció cinco kilos de oro a quien matara a algún dibujante de las caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca.

Diversas organizaciones humanitarias recuerdan que Dadulá ordenó masacrar a los civiles de las provincias centrales de Afganistán, como venganza a la oposición que mostraba la minoría étnica de los Hazara al avance talibán.

Hacia el final del mandato de los talibanes, Dadulá fue puesto al mando del norte del país, donde la mayoría de la gente detestaba las leyes islamistas impuestas por los talibanes. Varios vecinos de la zona recuerdan que Dadulá era el primero en lanzar una piedra cada vez que se condenaba a lapidación a cualquier mujer acusada de prostituirse.

Otra de sus actividades preferidas era la de incendiar aldeas cuando se sospechaba que habían colaborado con la OTAN.

Por otra parte, fuerzas afganas y de la OTAN acabaron con la vida de 55 presuntos talibanes en dos operaciones realizadas en la frontera con Pakistán. Mientras tanto, los radicales islamistas emboscaron un camión de la policía y mataron a ocho agentes en la provincia suroccidental de Nimroz.

El cadáver del <i>mulá</i> Dadulá Lang es exhibido ayer en Kandahar, al sur de Afganistán
El cadáver del mulá Dadulá Lang es exhibido ayer en Kandahar, al sur de AfganistánASSOCIATED PRESS

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