El equilibrio
Creo que fueron Jordi Garcés y Enric Soria quienes dijeron que todo lo que se construye tapa. Llevando esta verdad profunda a su máximo extremo, Barcelona vendría a ser un lugar que tapa algo que no conocen ni nuestros padres, ni nuestros abuelos, ni nuestros bisabuelos. Lo que me gustaría es que todo aquello que Barcelona tapa tuviera menos valor e interés que lo construido, lo cual no siempre ocurre, y que la ciudad encontrara por fin el equilibrio entre el esfuerzo por seducir a los foráneos y la dejadez con la que, a veces, trata a sus propios indígenas. Este desequilibrio, dicen, se produce en todas las grandes ciudades en fase de crecimiento y es, por tanto, una señal de imparable prosperidad. En la práctica, sin embargo, produce cierto rubor ver el entusiasmo que se invierte en atraer al turista conociendo la ineficacia o pasividad con la que, en ocasiones, se atienden las quejas de los nativos. Y respecto a la tentación de exagerar la autoestima por candidatos y representantes más o menos simbólicos, y de presumir más de la cuenta, sería bueno que nadie olvidara el episodio del Carmel.
Sergi Pàmies es escritor
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