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El conflicto de Irak

Bush se enfrenta a otra ley que condiciona el dinero para la guerra

La Cámara de Representantes exige una mayor colaboración del Gobierno iraquí

Antonio Caño

La Cámara de Representantes de EE UU tenía lista para votar anoche una nueva ley de financiación de la guerra de Irak, cuya originalidad radica en que concede el dinero solicitado por el presidente por etapas y sujeto a fuertes condiciones al Gobierno iraquí, aunque no impone una fecha precisa para la retirada de tropas. Pese a todo, no parece ésta la iniciativa que resuelva el grave enfrentamiento entre la Casa Blanca y el Capitolio a propósito de Irak.

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No lo parece porque George Bush ya ha anunciado que si llega a su despacho la vetará de nuevo, como ya hizo hace una semana con la ley que vinculaba la financiación de la guerra al comienzo de la retirada el próximo otoño. La nueva ley, dijo, le produce sonrojo. "Esto de aprobar los presupuestos cada dos meses no es la fórmula adecuada", añadió. Aunque en esta ocasión es muy probable que ni siquiera tenga que desenfundar la pluma porque no parece existir un ambiente favorable a esta iniciativa en el Senado, por donde tiene que pasar obligatoriamente.

El proyecto de la Cámara supone la aprobación hoy mismo de 43.000 millones de dólares (unos 32.000 millones de euros) de los casi 100.000 millones que el presidente había solicitado como fondos de emergencia para las guerras de Irak y Afganistán, con la condición de que las autoridades iraquíes tomen medidas destinadas a la reconciliación nacional y el fortalecimiento de sus Fuerzas Armadas. Entre estas medidas está la de la redistribución más equitativa de los ingresos del petróleo y la creación de un determinado número de unidades militares este año.

Antes de mediados de julio, según esa iniciativa, el presidente Bush debería informar al Congreso si, en efecto, esas condiciones se han cumplido y qué progresos se han realizado en el desarrollo del conflicto. Sólo en el caso de que ese informe fuese favorable a los ojos de los congresistas, sería aprobada la partida de 55.000 millones de dólares restantes.

La Casa Blanca considera que esta iniciativa supone un condicionamiento inaceptable para el trabajo de los mandos militares sobre el terreno. Asimismo, Bush estima que se pone al Gobierno iraquí en una situación imposible para imponer su autoridad sobre los grupos rebeldes. Aunque, según la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, esta propuesta pretende recoger el espíritu del informe preparado el pasado año por la comisión bipartidista que presidían James Baker y Lee Hamilton -ese informe pedía un mayor compromiso a los gobernantes de Irak-, no ha conseguido ganarse las simpatías de suficientes representantes republicanos como para impedir el veto de Bush. Tampoco ha ilusionado a los propios demócratas del Senado. El jefe de la mayoría en esa Cámara, Harry Reid, prefiere por ahora buscar soluciones que cuenten con el respaldo republicano para acabar con el atolladero actual.

Aunque la propuesta votada anoche no sea todavía la salida esperada, las cosas se están moviendo, y mucho, en esta ciudad. Tanto los demócratas, sobre todo en el Senado, como los republicanos, están haciendo maniobras de aproximación para obtener un acuerdo antes de junio. La más llamativa ha sido la conversación que mantuvo el miércoles Bush con 11 miembros de la Cámara de Representantes que pertenecen al sector moderado de los escaños republicanos. No son muy influyentes, pero cuentan en el cómputo final.

Algunos medios de comunicación han querido ver similitudes entre esa entrevista y la visita que congresistas republicanos -aquellos sí, muy influyentes- hicieron al presidente Richard Nixon para sugerirle que cogiera la puerta de salida. "No tiene nada que ver con aquello", ha aclarado el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, quien reconoció que los representantes republicanos le pidieron a Bush, por momentos en tono duro, un cambio de rumbo en Irak.

El vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, en un encuentro ayer con las tropas en Irak.
El vicepresidente estadounidense, Dick Cheney, en un encuentro ayer con las tropas en Irak.ASSOCIATED PRESS

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