Con el listón en las nubes

"La mejor feria del mundo", "el mundial del toreo", "el maratón taurino", "la más importante cita...". Expresiones como éstas o parecidas inundarán -si no lo han hecho ya- publicaciones taurinas y de información general, emisoras de radio, canales televisivos. Comienza San Isidro.

Y sin embargo, cualquiera sabe. Porque los resultados de este azar apasionante y apasionado rompen a menudo toda expectativa. Desde luego, por su extensión y por alguna otra cosa -a la que el espacio escénico y la lucha simbólica y real no son ajenas- pareciera aún vestigio de las grandes fiestas y juegos de la antigüedad clásica: una auténtica desmesura de un mes continuado de festejos, repartidos entre corridas, novilladas y rejoneo, que ocuparán la primavera granada y los oros precursores del verano.

Sevilla ha encendido mechas que ya no hay quien apague. Madrid debe avivarlas

Del 10 de mayo al 3 de junio, el abono isidril; dos días de respiro, y la feria del 76º aniversario hasta el día 10, con corridas de la Prensa y la Beneficencia de por medio: total, 30 días de feria cumplidos (por cierto, podrían ir cambiándole el nombre a la Feria del Aniversario, disculpa perfecta para alargar la isidrada, aunque bien mirado, celebrar el año que viene el 77º queda bastante curioso).

Sin duda, la más larga; ahora, la más intensa, la mejor... después del abril sevillano los saltos se inician con el listón en dos metros. ¿Podrán reverdecer los sobrenaturales del lampiño Talavante, y del cuajado Cid? ¿Volverán a romperse en la pugna los jóvenes Manzanares, Castella, el nuevo Julián López El Sabio y el fácil Ponce, aún hambrientos de una entrada definitiva en Madrid?

El César colombiano -magistrorum magister- ¿hará fluir en su despedida de Las Ventas, la plaza que le consagró como héroe, el manantial de las lágrimas como lo hiciera en La Maestranza? ¿Viviremos emociones de la lidia auténtica como nos concedieron las proezas de Fundi frente a los miuras? ¿La pena y la gracia de Morante en el ruedo elevarán a catarsis, como allá ocurriera, el arte del toreo? ¿Responderá el ganado, echaremos a Miura de menos? El reto es de alta potencia y son muchos otros los que velan sus armas y desdoblan las telas, ansiosos ante el litigio.

El propio Curro Díaz, mientras los temibles uros de Zahariche ponían a prueba nuestra templanza, abría, con la torería honda y el empaque airoso de su muleta -que hace tiempo nos viene avisando- la Puerta Grande de Las Ventas. La presencia de Esplá -medio siglo torero- con los victorinos es un certificado dignificador.

No sabemos qué pasará, y este azar aumenta el atractivo e inflama los anhelos. Sevilla, feria histórica, ha encendido mechas que ya no hay quien apague. Madrid debe avivarlas y continuar la efusión de esta traca. De lo que no cabe duda, y hasta los más reticentes y conservadores se rinden a la gozosa evidencia, es de que en este momento el toreo se halla tocado por un optimismo renacentista. Las plazas vuelven a llenarse y muchos bares de pueblos y ciudades, centros asistenciales, culturales y sociales, hogares de jubilados y casas particulares adquieren en el altar reservado a la televisión, la base amarilla de la arena de albero que les trae Canal +. Como ya dijimos a raíz de la presentación de la feria madrileña, se echa en falta que no se hayan rematado más carteles de esos que el maestro Chenel llama "encontronazos". Hubieran puesto una feria, ya de por sí buena, al rojo vivo. También se echa en falta a El Fandi, levantando la plaza con los palos y el paseíllo de despedida de Jesulín de Ubrique. Y si Cayetano hubiera querido... Y si José Tomás... Y si San Isidro nos favorece con buen tiempo...