El culebrón en Europa
En su comparecencia ante la Audiencia Nacional en marzo, el jefe de la policía en el momento de cometerse los atentados del 11-M y hoy eurodiputado por el PP, Agustín Díaz de Mera, trató de escudarse en la reserva acerca de las fuentes de información para no responder a las preguntas del juez Gómez Bermúdez sobre un supuesto informe que establecería vínculos entre el yihadismo y la banda terrorista ETA, una pieza clave en el culebrón sensacionalista de la conspiración mantenido durante los tres últimos años. El Parlamento Europeo recibirá en breve el suplicatorio de la Audiencia Nacional para que Díaz de Mera pueda ser procesado por desobedecer a la justicia.
En estas circunstancias, el respeto a los usos democráticos aconsejaba que Díaz de Mera hubiese renunciado a asumir responsabilidades destacadas en el Europarlamento, en particular en una materia como el terrorismo. Al no observar este comportamiento, ni tampoco exigírselo su partido, ha puesto a la Cámara ante la tesitura de votar unos informes sobre terrorismo presentados por un miembro acusado de desobediencia por un tribunal de su propio país especializado en juzgar estas causas. Es cierto que Díaz de Mera goza de todos sus derechos como parlamentario, pero no es menos cierto que el horizonte que le aguarda por su actuación en el juicio sobre la mayor matanza yihadista perpetrada en Europa, a la espera de que se resuelva el suplicatorio instado por la Audiencia Nacional, no es el mejor aval para presentar informes sobre terrorismo.
Está previsto que Díaz de Mera actúe como ponente en otros dos informes, después de que el Parlamento aprobara el presentado ayer, pese a que los socialistas se negaron a votar después de una tensa sesión. Para evitar que se repita un espectáculo que sólo contribuye a debilitar la posición de España, exportando problemas cuyo fondo resulta muchas veces incomprensible más allá de nuestras fronteras, los portavoces parlamentarios europeos deberían tener la ocasión de debatir una salida política para este asunto sin esperar a que se sustancie como una cuestión procesal.
Díaz de Mera no puede ser tratado como si ya estuviese condenado judicialmente, y ahí sobreactuaron los europarlamentarios socialistas. Pero sobre él pesa la amenaza de un suplicatorio y una eventual sentencia por no colaborar con el tribunal que juzga los atentados de Madrid, y eso no puede ser ignorado.
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