Sueños y esfuerzos sincronizados
Ser alcalde de Barcelona supone tener una joya entre las manos: es una ciudad señera y pionera, no sólo en nuestro país, sino también en Europa. No hay límite en cuanto a las posibilidades de avance por el camino de la modernidad y la vanguardia en el ámbito urbanístico, cultural, turístico, deportivo y de todas aquellas áreas que han hecho de nuestra ciudad lo que es hoy en día. Por eso le daría una importancia primordial a aspectos que considero básicos en una ciudad que se precie de vanguardista. Y, entre ellos, destacaría la limpieza. No podemos permitirnos que siga habiendo zonas tan visitadas, y que rezuman tanta tradición e historia como el Borne o el Gótico llenas de basura y con olor a orín en sus calles. Antiguo no debe ser sinónimo de sucio. Intensificaría, por tanto, el número de operarios de BCNeta
[servicios de limpieza municipal] en ambos.
Barcelona es un regalo para la vista, así que todos los pequeños detalles visuales, paisajísticos, deben ser cuidados sobremanera. Eso, unido a una componente más humanitaria, me lleva a mi segunda acometida como alcaldesa: los sin techo. Es terrible que haya personas por debajo del umbral de la pobreza, como lo es que en nuestra ciudad se agolpen en calles, plazas y parques. Si fuera alcaldesa crearía más albergues y centros de acogida para indigentes, tanto para proveerlos de ropa y comida como para asegurarles un descanso digno.
Muchas personas compartirán que aborde un asunto preocupante y que está en boca de muchos barceloneses: las famosas, por odiadas, zona verde y zona azul. Hay que fomentar el transporte público, estoy de acuerdo; pero es utópico pensar que todo el mundo puede dejar el coche en casa. Así que limitaría la zona azul y la verde a los barrios más céntricos y, emulando a algunas ciudades punteras en el mundo, facilitaría servicios de transporte gratuitos en dichas zonas.
Abogaría también por una mayor oferta cultural, terreno en el que se ha levantado el pie del acelerador. Hubo un tiempo en que Barcelona era un referente en el ámbito europeo de las artes. Había más teatro, más danza, más exposiciones. Una civilización o, en este caso, una ciudad es tan grande como sus sueños; y esos sueños son soñados por los artistas. Es la cultura de una ciudad la que la hace latir con más fuerza y la que la coloca indefectiblemente a la vanguardia. Barcelona siempre ha sido un buen ejemplo de ello, pero no nos podemos relajar.
Yo intentaría, en la medida de lo posible, evitar los atascos en las entradas y salidas de la ciudad. Me entreno en Sant Cugat y me cuesta Dios y ayuda llegar puntual. Miles de barceloneses perdemos cada día horas de sueño para llegar a tiempo al puesto de trabajo. A lo mejor, tan sólo se trata de ¡sincronizar mejor los semáforos! (Huy, perdón, deformación profesional...).
Sea como fuese, tenemos una gran ciudad: ¡querámosla..., cuidémosla!
Gemma Mengual es subcampeona mundial de natación sincronizada.
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