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Economistas de la Pompeu Fabra piden a la Generalitat que reoriente el gasto social

Dieciséis estudios abogan por dar más recursos a educación, madres trabajadoras y jóvenes

Las mujeres y los niños primero. Esta máxima que se usa en caso de naufragio sirve para ilustrar hacia dónde tendría que orientar el gasto social el Gobierno catalán. Una batería de estudios elaborados por una veintena de profesores, la mayoría vinculados a la Universidad Pompeu Fabra (UPF), publicados en Nota d'economia, la revista económica de la Generalitat, señalan la necesidad de focalizar el gasto hacia los colectivos más necesitados. No son los ancianos, que también, sino los jóvenes, los parados de larga duración mayores de 50 años y los inmigrantes.

La Generalitat va a destinar este año el 54% de su presupuesto de 32.200 millones de euros a gasto social. Esto es, 2.595 euros por habitante, según datos del Departamento de Economía. ¿Es mucho o poco? Para el coordinador del trabajo de la UPF, el catedrático de Hacienda Pública Guillem López Casasnovas, es erróneo medir el bienestar en función del cuánto. "Más no es sinónimo de mejor", sostiene López Casasnovas, que también es consejero del Banco de España.

Una de las principales conclusiones del exhaustivo estudio -16 trabajos realizados por una veintena de profesores- es que la Administración debe cambiar el chip y dejar de analizar el gasto social de forma fragmentada: la sanidad sin tener en cuenta los servicios sociales, el acceso a la vivienda al margen de la regulación del trabajo o la educación independientemente de las políticas de formación y empleo. ¿De qué sirve, por ejemplo, un tratamiento contra la tuberculosis si no se garantiza el acceso a una vivienda digna, que permita mantener buenos hábitos higiénicos y alimentarios?, sostiene.

El trabajo asegura que la mayor parte del gasto social se dirige a ayudar a las personas mayores y a los matrimonios con hijos de clase media. Pero el bienestar sería mayor si el gasto se focalizara más en la infancia y en una conciliación efectiva de la maternidad y la vida profesional (veáse cuadro), advierte Gosta Esping-Andersen, catedrático de la UPF.

Las oportunidades vienen muy determinadas por lo que pasa cuando somos pequeños. Incluso el grado de bienestar de los pensionistas. Los estudios rebaten algunos tópicos, como que la pobreza afecta más a los ancianos. Quienes más problemas tienen para llegar a fin de mes son los jóvenes. Pero "muchas veces se orienta la política social en función de la población que va a votar", asegura López Casasnovas, quien apunta el futuro aumento de la edad media del votante.

Las condiciones del mercado de trabajo y de acceso a la vivienda están deteriorando el bienestar de los más jóvenes, mientras que la universalidad de determinadas prestaciones, como la sanidad o los derechos personales de los pensionistas, preserva relativamente el de los mayores, según un trabajo del propio López Casasnovas y de la profesora Ana Mosterín.

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Los estudios reclaman más atención para los jóvenes mileuristas, para los parados de larga duración mayores de 50 años tras un despido y para los inmigrantes. El profesor José García Montalvo advierte: en Cataluña "hay más posibilidades de que se reproduzca la ola de altercados" que hace año y medio incendió Francia debido a la falta de oportunidades laborales. Tienen más paro, un alto grado de temporalidad y bajos niveles salariales.

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