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Reportaje:

Los secretos de Jean-Luc Lagarce

La Casa Encendida de Madrid programa un ciclo sobre el dramaturgo francés

Entre hoy y el domingo, en la madrileña Casa Encendida, se tendrá la oportunidad de descubrir la figura de un dramaturgo francés, Jean-Luc Lagarce (1957-1995), mal conocido en España pero traducido a una quincena de idiomas. En Madrid se presentarán cuatro obras, tres de ellas bajo la forma de lectura dramatizada y la otra, Reglas, usos y costumbres en la sociedad moderna (por la compañía Les Intempestifs) en un montaje de François Berreur interpretado por Mireille Herbstmeyer. Además, habrá un coloquio (hoy) entre Berreur, Herbstmeyer, Fernando Gómez Grande -traductor al castellano de las piezas de Lagarce-, la traductora y especialista en la obra de Lagarce Alexandra Moreira Silva y el periodista René Solis, del diario Libération.

Lagarce es hijo de obreros. Crece en Valentigney, un pueblecito sin otros horizontes que los que ofrece la vecina fábrica Peugeot, especializada en motos de pequeña cilindrada. El paisaje humano del lugar es evocado en varias de sus obras. En las obras del escritor francés coinciden los que se van y los que ya se han ido, los que se quedan y esperan, y todos mezclan recuerdos y esperanzas. El tema del retorno se encuentra en varias de sus mejores piezas mientras que otras giran sobre los distintos argumentos que se manejan para tomar el poder, sobre la falsedad que ocultan las bellas palabras.

Lagarce, que escapó a su familia matriculándose en la Facultad de Filosofía de Besançon y acudiendo a los cursos del conservatorio teatral de la misma ciudad, muy pronto, en 1978, formó compañía con un grupo de estudiantes, el Théâtre de la Roulotte. En 1982, Jean-Claude Fall, elige una obra de sus obras para una sala pequeña de la Comédie Française. El éxito no acompaña la aventura y Lagarce será un autor muy poco representado en vida.

En 1988 Lagarce se descubre seropositivo. El tema de la enfermedad ya estaba presente en algunas de sus obras anteriores pero a partir de este momento no deja de insistir en la cuestión, de manera más o menos explícita, a través del personaje que regresa a la casa familiar y que regresa para explicarse, ser perdonado y morir: como Ulises, el hijo pródigo, el ángel exterminador, el acusador, el culpable... El protagonista que vuelve a casa, portador de secretos, que a veces revela y en otros casos no, que puede destruir la comunidad o ayudar a soldarla. A veces todo se mezcla con reflexiones, descarnadas pero divertidas, sobre el mundillo del teatro, sobre los sueños de grandeza y la miseria real de quienes forman parte de él.

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