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Reportaje:

Una fortaleza poco accesible

El castillo de Montjuïc, que será cedido a la ciudad por una orden ministerial, es uno de los puntos de la montaña menos accesibles

Blanca Cia

Llovía sobre Montjuïc y grupos de turistas, mapa en mano, caminaban ayer un tanto despistados por las diferentes sendas que conducen a las rampas del castillo. Los que lo tenían mejor eran los que desembarcaban de los autocares junto al Mirador del alcalde. Por lo menos, el camino, aunque con una pendiente importante, es en línea recta. Peor lo tenían los que intentaban llegar en vehículo particular o taxi a la fortaleza o se adentraban por otras sendas.

Los cambios de direcciones de las carreteras por las obras del teleférico y la urbanización de nuevos caminos en esa zona de la montaña conducían hacia un galimatías de subidas y bajadas hasta llegar a un único punto de llegada al castillo: en dirección prohibida. Mientras, las cabinas del teleférico que comunican el castillo con la estación del funicular iban y venían vacías en periodo de pruebas.

Todo parece indicar que el nuevo teleférico entrará en funcionamiento en plena campaña municipal, como la cesión del castillo a la ciudad sellada el lunes entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el alcalde, Jordi Hereu. Una novedad que ayer fue objeto de comentarios entre las pocas personas que trabajan en el interior de la fortaleza. Ayer, el Museo Militar estaba cerrado porque el lunes -día habitual de descanso- abrió. Con todo, una empleada de seguridad que estaba en la puerta hacía referencia a la novedad: "ahora, además, decidirá el Ayuntamiento".

La entrada al Museo Militar cuesta tres euros y hay una más reducida, de un euro, que da acceso a la plaza de armas y a la terraza. De hecho, hasta hace poco había que pagar esa entrada si se quería utilizar los servicios, que eran los únicos del castillo.

Es en los soportales de la plaza de armas donde está la mayor parte de las dependencias del castillo y en las que se ubicará el futuro Centro por la Paz, de acuerdo con la orden ministerial de cesión. Son pequeñas salas. Las mayores tendrán unos 15 metros de largo por siete u ocho de ancho. En ellas se exhiben actualmente armas -largas, pesadas, fusiles, ametralladoras- uniformes y banderas.

Algunas de las salas no suelen estar abiertas al público, son despachos, una biblioteca y otras dependencias utilizadas como almacén. "No hay mucho más", explicaba un militar. En una esquina hay una pequeña capilla y la cafetería ocupa cuatro de esas pequeñas salas entre lo que utilizan como almacén y la zona de mesas y de self service. El espacio de exposición del museo también ocupa una segunda planta inferior.

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El encargado de la tienda de souvenirs del castillo es también el que hace pequeños arreglos en las cosas que se averían. Hay una pequeña sala destinada a taller. La tienda vende lo que vende cualquier otra de souvenirs en Barcelona: recuerdos de las obras de Gaudí, piezas de cerámica y gorras, entre algún que otro toro de cerámica. Tanto esa tienda como la cafetería tienen una concesión administrativa para explotar los locales. Hay otra, que ayer estaba cerrada, en la que hace años se vendían símbolos fascistas, lo que provocó polémica y varias iniciativas parlamentarias.

"No sabemos nada", es el escueto comentario que hace el propietario de la tienda al ser preguntado sobre si tiene información de cómo les puede afectar la cesión del castillo y los planes futuros del Centro por la Paz y el centro de interpretación de la montaña: "¡Bah!, eso son cosas de política. Aquí sólo nos preocupamos de trabajar", explica desde el mostrador de la tienda.

En la fortaleza no trabajan más de una docena de personas entre los encargados del museo y los de la tienda y la cafetería.

Desde la terraza del castillo hacia poniente se ve la zona que ocupan las antenas y los sistemas de transmisiones militares con varias edificaciones pequeñas y una cancha deportiva que deberán quedar libres en un plazo de tres años, según la orden de cesión. También desde un ángulo de la fortaleza se divisa el monumento que se erigió en "honor a todos los que dieron su vida por España" con un obelisco que exhibe el yugo y las flechas y el águila franquista.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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