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Reportaje:

La música ilumina el talento

El corto '¡Esto es ritmo!' filma el trabajo de la Orquesta Filarmónica de Berlín con 250 adolescentes ajenos a la música clásica

Rocío García

Los 128 músicos de la Orquesta Filarmónica de Berlín dejaron por unas horas el escenario y se sentaron sin instrumentos entre el público, justo enfrente de su lugar habitual. Su director Simon Rattle les cominó a ello. 250 adolescentes procedentes de distintos institutos de Berlín bailaron para ellos, con música grabada, nerviosos pero ya seguros, a los acordes de La consagración de la Primavera, de Stravinski.

Fue el primer encuentro entre unos músicos de primerísimo nivel y unos chicos y chicas que nunca habían estado en contacto con la música clásica. Después de seis semanas de duro entrenamiento, los chicos gozaron con la experiencia de abandonarse a la música y utilizar su cuerpo para expresarla. Los miembros de la Orquesta Filarmónica de Berlín, la formación más importante del mundo junto a la Filarmónica de Viena, comprobaron la energía y el valor artístico indudable del que hicieron gala estos adolescentes. El inicial escepticismo de algunos músicos de la orquesta cambió. "Nos podemos mirar cara a cara con ellos", fue la sensación que vivieron al final de la jornada. Rattle respiró aliviado.

Todo esto lo cuenta Enrique Sánchez Lansch, codirector de ¡Esto es ritmo¡, el documental que se estrena en España el próximo viernes, y que es todo un apasionante y emocionante experimento artístico y pedagógico, puesto en marcha por Simon Rattle nada más hacerse cargo de la dirección musical de la orquesta. ¡Esto es ritmo¡ recoge las seis semanas de ensayos en un gimnasio escolar de la coreografía de La consagración de la primavera, bajo las órdenes de Royston Maldoon -"Me importa mucho la disciplina. Podemos fingir que no es importante pero no sería justo para ellos; sin ella nadie tiene posibilidad de futuro"-, los ensayos de la Filarmónica y la actuación final, el 28 de enero de 2003, en el Treptow Arena ante 2.500 emocionados espectadores. El documental sigue además la evolución personal de tres de los adolescentes -Marie, en pelea continua con los estudios; Olayinka, un nigeriano huérfano recién llegado a Berlín, y Martin, un joven tímido que se pone límites a sí mismo- y su encuentro con la música.

Enrique Sánchez Lansch es un gijonés afincado en Alemania desde los 12 años y codirector del documental junto al alemán Thomas Grube. Lansch, en una visita a Madrid esta semana, no oculta su satisfacción y orgullo por haber sido testigo y protagonista excepcional de este experimento, que se ha estrenado ya en Alemania con enorme éxito de público y de crítica. "La idea parte de Rattle. Es un hombre cuyo credo es que la música es una necesidad casi fisiológica, de que para gozar de ella no solo hay que escucharla sino también participar de ella. Rattle está convencido de que la música tiene que salir de los recintos más cerrados y exclusivos y acercarla y abrirla a aquellos que no gozan de ese privilegio", explica Lansch que asegura que el objetivo de ¡Esto es ritmo¡ va mucho más allá de un proyecto pedagógico. "Queríamos acercar la música a estos jóvenes, despertar su interés y hacerles encontrar un talento que desconocían, que fueran conscientes de su propia energía", añade el realizador, que, junto al resto del equipo del filme, buscó a todos esos adolescentes en institutos de áreas difíciles de Berlín, bien alejados de las salas de concierto y las galas musicales de la Orquesta Filarmónica.

Elemento fundamental de ¡Esto es ritmo¡, del que hay rodadas más de 200 horas de metraje, es el coreógrafo Maldoom, sobre el que muchos de los convocados vierten todas sus frustraciones. Maldoom sabe que no es un juego y así lo transmite a los chicos que se han acercado al gimnasio escolar. El coreógrafo, que ha ocupado algunos de los cargos más importantes en el mundo de la danza en el Reino Unido, está acostumbrado a ello. Ha trabajado con niños de la calle en Etiopía o Perú, con jóvenes católicos y protestantes en Irlanda, en prisiones. "¿De qué teneis miedo? ¿Por qué estáis nerviosos? ¿Por qué esas risas?. Tal vez sea miedo a parecer idiotas o a no poder hacerlo o, tal vez, a que vuestros amigos se rían de vosotros. Si vuestros amigos se ríen de vosotros cuando estáis intentando hacer algo, preguntaos si son buenos amigos", reta desafiante pero tierno Royston a sus nuevos alumnos.

Y si el rostro de Martin, que abandona su escepticismo y su terquedad inicial para dejarse llevar finalmente por la magia de la música, refleja su orgullo por haberse vencido a sí mismo, no lo es menos el de Rattle que consigue transmitir, tras una noble sonrisa y un pelo ensortijado, su pasión por la música. "Cuando tenía diez u once años mis padres me llevaron a una representación de La consagración de la primavera. Lo recuerdo como una de las cosas más impresionantes que había oído nunca. Todo parecía diez veces más grandes, los colores parecían más brillantes, las amistades más extraordinarias. Y sentí como si un fuego me hubiera arrasado por dentro. ¿Estoy volviéndome loco? recuerdo que pensé entonces. Y la respuesta probablemente sea 'sí'. Supe entonces que quería ser el director de todo ello".Simon Rattle puso en marcha el experimento nada más hacerse cargo de la formación musical

Un momento de la actuación final del baile de <i>La consagración de la primavera</i> en el Treptow Arena de Berlín.
Un momento de la actuación final del baile de La consagración de la primavera en el Treptow Arena de Berlín.
Simon Rattle, en un ensayo con la Orquesta Filarmónica de Berlín.
Simon Rattle, en un ensayo con la Orquesta Filarmónica de Berlín.

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