"Me quedé con sus caras y sus ojos enfermos de tristeza"
Roberto Navia ha encontrado en la inmigración sus mejores historias
Este reportero que cuando escribe una buena historia se olvida de comer, ayer se mostraba incrédulo. "Cuesta creerlo. Haber ganado un premio tan tremendo como el Ortega y Gasset...Es algo excepcional que espero que me permita seguir haciendo reportajes y disponer de espacio en mi periódico para publicar más historias", afirmó Roberto Navia, galardonado con el premio al mejor Trabajo de Investigación, Reportaje, Artículo, Crónica, Entrevista o Columna de opinión.
El periodista boliviano, de 31 años, es el autor de Esclavos made in Bolivia, una investigación sobre las mafias que trasladan con engaños a los bolivianos más pobres a supuestos paraísos de Brasil y Argentina en los que se entierran de por vida. Este amplio reportaje, publicado en el diario El Deber de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) el 22 de julio de 2006, es un viaje hacia el submundo de la inmigración, con paradas en los talleres clandestinos en los que los bolivianos malviven sin esperanza y "existen sin existir", evoca Navia.
Navia, reportero del suplemento de fin de semana de El Deber, recorrió durante un mes la ruta de los clandestinos y obtuvo los testimonios de "esclavizados y esclavizadores". A estos últimos los llama coyotes, por traficar con carne humana, aunque viva, y transportar a sus compatriotas a los oscuros talleres de costura de São Paulo o Buenos Aires donde pierden su libertad y su identidad. El reportero denuncia cómo a unos los llevan por Asunción (Paraguay) y a otros por Puerto Guijarro (población fronteriza al este de Bolivia), rutas habituales de la droga. La mayoría fue sacada del país antes de que se aprobara la ley 3325, que pena la trata de personas y que fue aprobada el 8 de enero de 2006. Pero parados y endeudados siguen cayendo en las redes de estos coyotes que a veces les proponen viajar "con el estómago lleno", es decir con droga, con el fin de animarles a ganar algo de plata antes de ponerse a trabajar como costureros-esclavos.
"Viven como animalitos. Eliminé un montón de historias tan sobrecogedoras que podían resultar no creíbles. Pero me he quedado con sus caras y con sus ojos enfermos de tristeza", recuerda Navia. La idea le rondaba ya desde un año antes, al obtener el premio europeo Lorenzo Natali por el reportaje Trabajar o morir (sobre la esclavitud social en su propio país). Este premio posibilitó que conociera a la emigración boliviana en la UE. De ahí salió el reportaje La maldición de ser sudaca. Pero había una maldición mayor, la ruta de la esclavitud, premiada ahora, una triste expedición de esclavos condenados a dejar de serlo sólo si machacan a su vez a otros. Siempre la emigración. No en vano el 25% de los bolivianos son emigrantes.
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