Testigo de cargo
A diferencia de Leonard Vole, el protagonista de Testigo de cargo, una de las más famosas películas de Hollywood sobre juicios, Agustín Díaz de Mera ya sabía lo que le esperaba cuando el comisario Enrique García Castaño tomara asiento en la silla del juicio oral. Vole creía que su esposa, interpretada por una irresistible Marlene Dietrich de 56 años, le salvaría, una vez en el estrado de responsabilidad en el asesinato de una viuda riquísima, pero su coartada quedó hecha añicos por ese testimonio.
García Castaño avisó de que declararía precisamente lo que ha dicho ayer cuando el ex director general de la Policía y actual eurodiputado del partido Popular, acosado por una multa, un presunto delito de desobediencia ante el tribunal, y las instrucciones del líder del partido Popular, Mariano Rajoy, en el sentido de que revelara sus presuntas fuentes, le pidió ayuda la tarde del 28 de marzo pasado.
Su testimonio será recordado como una de las grandes escenas de este juicio
García Castaño explicó que los indicios apuntaban a los islamistas "rotundamente"
Pero el que fuera jefe de la sección de apoyo operativo de la Comisaría General de Información durante el atentado del 11-M, no sólo destruyó ante el tribunal la coartada de Díaz de Mera -a saber, de que existía un presunto informe sobre la relación ETA-islamistas en el atentado que fue ocultado al juez Juan del Olmo y más tarde manipulado- sino que a, raíz del abanico de preguntas que tuvo que responder, se ha convertido en un testigo de cargo contra todos los que han tramado la conspiración.
Fue este hombre de posiciones conservadoras -todavía se considera amigo de Díaz de Mera, según declaró- con una larga experiencia en la lucha contra ETA quien supervisó el rastreo de la pista más importante obtenida la madrugada del 11 al 12 de marzo: la tarjeta del teléfono móvil recuperada por el Tedax Pedro. Cuando ayer explicó que los indicios apuntaban a los islamistas "rotundamente" desde la tarde del jueves 11 no hacía más que decir lo que él vivió en primera persona.
García Castaño es quien trabajando a dúo con el comisario Rafael Gómez Menor, experto de la UCIE en terrorismo islamista, casi jugando al azar y por método deductivo, llegó al número de teléfono de un presunto terrorista, huido en la actualidad, y de allí a una inmobiliaria de Leganés sobre el mediodía de abril de 2004. ¡Bingo! Los terroristas dirigidos por Jamal Ahmidan, El Chino, y Serhane El Tunecino, habían alquilado el piso de la calle Carmen Martín Gaite. Y allí estaban cuando los policías tocaron el telefonillo en el momento en el que Abdelmajid Bouchar, El Gamo, bajaba para tirar una bolsa de basura... en la cual estaban alojados, entre otros, huesos de aceitunas y dátiles mascullados que permitieron identificarle.
García Castaño no es Marlene Dietrich, pero su testimonio será recordado como una de las grandes escenas de este juicio.
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