_
_
_
_
Reportaje:Patrimonio histórico

Los nuevos colores de la catedral

La limpieza de la fachada de Poniente del templo sevillano descubre tonos y matices olvidados

"Cuando las catedrales eran blancas", dijo el arquitecto Le Corbusier en una ocasión. Las palabras del gran artífice de la arquitectura racionalista son paladeadas con satisfacción por el maestro mayor de la catedral de Sevilla, Alfonso Jiménez, ya que las siente como propias al ver los cambios que han aflorado en el templo andaluz. La limpieza de la fachada de Poniente de la catedral de Sevilla estará concluida dentro de tres años en una tarea comandada por Alfonso Jiménez, que al oficio de maestro mayor une el de arquitecto. Unas nuevas tonalidades asoman tras los muros ennegrecidos por la contaminación del tráfico de la avenida de la Constitución. La peatonalización de esta transitadísima vía urbana del centro histórico de la ciudad tiene un efecto positivo en el color de la catedral.

Más información
Los cambios de la peatonalización

La limpieza de la fachada de Poniente da ya sus primeros frutos. Los trabajos, que concluirán dentro de tres años, se iniciaron en marzo de 2006. Han requerido una inversión de 2,7 millones de euros aportados por la Fundación Caja Madrid (1,2 millones) y el Cabildo (1,5 millones). "En la fachada de Poniente hay un problema de suciedad evidente. Muchos de sus elementos habían desaparecido y no habían sido sustituidos, especialmente los elementos más débiles, como los pináculos y las cresterías, que se habían caído o desmenuzado. La fachada estaba cada vez más sucia y con un perfil más romo. La obra de limpieza en la fachada busca devolverle su color. Está saliendo un color que no tiene que ver con lo que había", afirma Jiménez.

"La fachada estaba extraordinariamente sucia por el tráfico. Con la restauración aparecen colores que van desde un crema clarito hasta unas piedras como las del mar de Chipiona o Puerto Real con tonalidades rojizas. Ahora, tras la limpieza, los colores van de un blanco marfil a un tono rojizo. Han desaparecido esos tonos grises y negros que daba asco verlos", agrega el maestro mayor de la catedral.

El tráfico ha sido un factor decisivo en el ennegrecimiento de esta fachada. "Hace 20 o 25 años también la industria, cuyos humos llegaban a la catedral, contribuyó a ensuciarla. Se puede decir que lo que ha sido el siglo XX es lo que ha ennegrecido la catedral", dice Jiménez. La peatonalización ha abierto una nueva etapa.

La limpieza de la fachada de Poniente resucita el viejo color de la catedral. Pero ¿qué ocurre con el resto de paredes? "El resto de la catedral no está tan mal. Es mucho más accidentado, produce una gran cantidad de formas. En cambio, la fachada de la avenida de la Constitución es como una pantalla uniforme, como un desfiladero. El resto de la catedral es más movido y aunque estuviera igual de sucio, que no lo está, se notaría menos. Además, la catedral se ha limpiado entera. Desde 1979 hemos restaurado todo el resto de la catedral", asevera Jiménez.

"Tenemos una experiencia de años. Para la limpieza hemos empleado nuestros propios criterios, que se resumen en trabajar de la forma menos agresiva, teniendo claro que había piedras que habían desaparecido. Ha sido mejor sacar la piedra mellada y ponerla nueva en el caso de piedras muy pegadas al suelo y que han sufrido mucho. Hemos graduado mucho las cosas. Un cepillado enérgico y una limpieza con agua han servido para limpiar el 90% de la superficie de la fachada. En el resto de la fachada se han empleado brocas como las de un dentista, sobre todo en la portada principal, que es la portada de la Asunción. Se trata de la portada que tiene más etapas dentro de la obra de la catedral. En el siglo XV se emplearon en ella dos tipos de piedra: una que es la normal de la catedral y otra muy blanca, durísima. Luego, vino una etapa de restauración en la primera mitad del siglo XIX y otra etapa a finales del XIX", detalla Jiménez.

"Hubo, pues, dos momentos en el siglo XV, en los que no habría una fisura entre las dos obras sino un cambio de material, y otros dos momentos de obras en el siglo XIX. La segunda obra del siglo XIX fue muy agresiva. No hay posibilidad de restituir el original. Si quitamos el añadido a finales del siglo XIX, formado por cemento y piedra, tenemos un agujero. Si restauramos, tenemos un edificio mutilado a base de miles de agujeritos. Por ello tratamos de consolidarlo todo tal y como lo encontramos. Lo que hacemos es como una tarea de microcirugía. Hay un equipo de restauradores que están perdiendo los ojos trocito a trocito, centímetro a centímetro. Lo tratamos con productos consolidantes", explica el arquitecto.

Los trabajos de limpieza y restauración de esta fachada concluirán dentro de tres años. A partir de entonces no habrá obras de limpieza de tanta envergadura. "De alguna manera, hemos agotado las emergencias. Las obras espectaculares se habrán acabado dentro de tres años. Lo que continuará son las tareas cotidianas de conservación en cubiertas, portadas y vidrieras", concluye Jiménez.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_