Los enanitos peleones

Francia no es el único país del mundo en el que se presentan candidatos al margen de los grandes partidos, algunos ciertamente extraños, como un representante de los cazadores y pescadores. Pero es el único en el que, si se tienen en cuenta los votos que recibe el ultraderechista Jean-Marie Le Pen, acumulan el 25% de los sufragios en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En los comicios de 2002 tuvieron un papel fundamental para desbancar al socialista Lionel Jospin del proceso electoral. Aunque es verdad que el sistema a dos vueltas permite en teoría corregir el tiro: siempre se ha dicho que se vota la primera vez con el corazón y la segunda con la razón.

Precisamente a causa de lo ocurrido hace cinco años, es muy posible que muy pocos de los ocho candidatos que se presentan fuera del sistema tengan posibilidades de alcanzar el 5%, que permite que los gastos de campaña sean sufragados por el Estado. Pero allí están: tres trotskistas -Olivier Besancenot, Gérard Schivardi y Arlette Laguiller-, la candidata de un Partido Comunista muy debilitado -Marie-George Buffet-, la representante de Los Verdes -Dominique Voynet-, que se disputa los votos con el líder antiglobalización Jose Bové. Philippe de Villiers representa a la ultraderecha, mientras que Frederic Nihous, candidato de una formación llamada Caza, Pesca, Naturaleza y Tradiciones, cuyo lema es "la ruralidad primero", resulta difícilmente clasificable.

Sólo Besancenot, un cartero de 33 años que ha logrado destacar durante la campaña con un discurso que ha calado entre algunos jóvenes y en los suburbios, tiene posibilidades de alcanzar el 5%, según los sondeos.

Debido al efecto del voto contra Jospin del 21 de abril de 2002, ni siquiera la histórica Arlette Laguiller, que se presentó por primera vez a unas presidenciales en 1974 y que ha anunciado que estas elecciones serán las últimas, o Jose Bové parecen superar el 2%, aunque todos ellos han contado con el mismo espacio en los anuncios electorales.

"Es una tradición francesa que parece, en efecto, muy extraña", ha dicho en una entrevista con el semanario L'Express Marcel Gauchet, director de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales y uno de los más lúcidos observadores de la vida política de este país. Este filósofo e historiador relaciona la falta de respuesta del Estado a asuntos como la globalización, que preocupan profundamente a la sociedad, con "la importancia de los extremos en la vida política francesa".