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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una zarzuela por la que no pasa el tiempo

Dos creadores emblemáticos del género lírico español por antonomasia están siendo homenajeados de forma especial en la temporada conmemorativa del 150º aniversario de la apertura del teatro de la Zarzuela. Uno de ellos es libretista, Miguel Ramos Carrión, y a Los sobrinos del capitán Grant que él escribió correspondieron los honores de apertura del ciclo. Otro es compositor, Ruperto Chapí, y con la popular La revoltosa se cerrará el curso. Los dos, libretista y compositor, coinciden en El rey que rabió, un título central de la programación, que se ha reservado el director del Teatro, Luis Olmos, para aportar su granito de dirección escénica. Al margen del merecido reconocimiento a los nombres propios hay otro factor que sobresale: el auge -o la actualida- de la zarzuela de aventuras con ribetes cómicos. En esa categoría se sitúa, sin duda, el título que anteayer se estrenó y que permanecerá en cartel hasta el 27 de mayo.

El rey que rabió

De Chapí. Director musical: Miquel Ortega. Director de escena: Luis Olmos. Con Jorge de Leon y Susana Cordón. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Nueva producción. Teatro de la Zarzuela, 20 de abril.

El rey que rabió tiene una excepcional frescura creativa, tanto musical como escénica. La comicidad, la sátira, surgen de las situaciones y se elevan a cotas artísticas elevadas gracias a la música. Nunca falta el gracejo, la ironía fina. Las alusiones a nuestro tiempo son especialmente divertidas en el cuarteto-polca de la dimisión y el humor socarrón se manifiesta en una escena tan jocosa como la del coro de médicos. Luis Olmos da un aire circense al espectáculo. Lo limita un poco, quitándole aire y forzando tal vez la naturalidad ingeniosa del texto en que se apoya. El vestuario y la escenografía son coloristas. Miran al pop por momentos y a lo naïf en otros. Hay una tendencia a la caricatura, pero sin pasarse. Fluye la obra teatralmente, a pesar de todo, en su formato de juguete cómico.

La defiende con orden y seguridad desde el foso Miquel Ortega. La orquesta de la Comunidad de Madrid responde con desenvoltura a sus indicaciones. Suena bien. El reparto es homogéneo. Destaca la tiple Susana Cordón, como Rosa, de dicción particularmente nítida y de modélico equilibrio expresivo. También luce muy buenas maneras el tenor Jorge de Leon. Y dan un toque de clase con su experiencia Luis Álvarez o Emilio Sánchez, pongamos por caso. Con todo ello la velada es entretenida y permite descubrir, o redescubrir, una zarzuela chispeante, de las que aguantan sin complejos el paso del tiempo.

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