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CÁMARA OCULTA
Columna
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La lengua bien hablada

Woody Allen ha ofrecido a su doblador habitual al castellano y catalán que intervenga como actor visible en la película que rodará este verano en Barcelona. Joan Pera presta su voz a Allen desde hace veinte años; sustituyó tras su muerte a Miguel Ángel Valdivieso, y desde entonces se ha quedado enganchado de tal forma al actor original que éste le ha reconocido méritos propios. Claro que Allen ha dado una vuelta irónica a su generosa oferta y su doblador hará un pequeño personaje mudo.

El doblaje en España, desde que Franco lo obligara al acabar la guerra para que no se oyera otra lengua que la "del imperio", está tan afincado que parece imposible desbancarlo a favor de las versiones originales. Constituye incluso una pequeña industria. A lo largo del tiempo se han registrado oficialmente unos 2.500 dobladores, a los que hay que añadir traductores, técnicos, estudios... Elsa Fábregas es la más veterana: hizo su primer doblaje de niña, en 1935, y sigue en activo. A ella se deben las voces españolas de Katharine Hepburn, Doris Day, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Judi Dench o de la legendaria Vivien Leigh en Lo que el viento se llevó, pero también las de algunas actrices españolas que no sabían o no podían doblarse a sí mismas. Eran tiempos en que en España no se rodaba con sonido directo y los productores y directores estaban empeñados en que sus películas se entendieran bien. Una estupenda manía... desgraciadamente perdida.

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La voz castellana de Woody Allen

Lo comentaba hace unos días Alfredo Landa en este periódico hablando de ciertos actores jóvenes españoles: "Yo me pongo a ver la tele y no me entero de la mitad. ¡No les entiendo! ¡No saben hablar!". Muchos opinamos como Landa. ¿Cómo puede dedicarse a la interpretación alguien a quien no se le entiende? En defensa del doblaje se han cometido en este país numerosas tropelías, especialmente relacionadas con la censura, y han sido doblados actores que no lo necesitaban, o se han doblado películas argentinas para evitar modismos... Y ya puestos, ¿por qué no doblar a quienes no saben vocalizar? En el cine sería posible. En cambio, en el teatro, donde también comienza a ocurrir tan triste fenómeno, es otro cantar.

Hay gente de buenas entendederas que aprovecha el teletexto para sordos de algunas televisiones para comprender los diálogos de actores o actrices con lengua de trapo. No es broma. Una lanza, pues, a favor de los subtítulos. Pero dado que Woody Allen ha propuesto un homenaje indirecto a los dobladores, otra lanza a favor de Joan Pera, Elsa Fábregas y esa lista de buenos profesionales a los que se les entiende todo como marcan los cánones. Aunque uno siga prefiriendo las películas subtituladas, incluidas las de Woody Allen.

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