Indignación y tristeza
En 1999, la Conferencia Episcopal me concedió el Premio ¡Bravo! por "los valores cristianos" reflejados en mi trabajo periodístico. Lo acepté con satisfacción, pese a mi condición de agnóstico, entendiendo que tales valores eran los defendidos por los misioneros que habían aparecido en numerosos reportajes que realicé para los Servicios Informativos de TVE, especialmente para Informe Semanal. Ayer comuniqué a don Juan del Río Martín, presidente de la Comisión de Medios de la Conferencia Episcopal, mi decisión de devolver el Premio ¡Bravo!, como protesta por el cierre de la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías (Madrid), donde se han llevado a la práctica esos mismos "valores cristianos" desde hace casi 30 y de forma incontestable. Estoy seguro de que los misioneros que aparecían en mis reportajes, con quienes desarrollé y mantengo relaciones de amistad personal, comparten mi indignación y mi tristeza. Algunos me lo han manifestado por correo electrónico desde los lugares empobrecidos donde luchan contra la injusticia.
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