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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aguas agitadas

Veinticinco años después de la absurda y contraproducente invasión de las Malvinas por la Junta Militar argentina, el Gobierno del presidente Néstor Kirchner ha vuelto a agitar el espantapájaros al romper el acuerdo de 1995 entre Buenos Aires y Londres para la prospección de hidrocarburos en el subsuelo de las aguas de estas islas. No es que el paso tenga consecuencias prácticas, pues poco se había avanzado. También amenaza ahora el Gobierno argentino con sancionar a las empresas que pescan en aguas territoriales de esas islas.Lejos de contribuir a resolver el contencioso sobre la soberanía de estas islas, estos gestos lo complican.

Hay pocas dudas de que, por su ubicación geografica, las Malvinas podrían ser argentinas. Y podrían serlo hoy, o al menos no serían británicas, si mientras el destacamento naval británico se acercaba a las islas, la Junta hubiera aceptado la propuesta que, como mediador entre dos de sus aliados, presentó el Gobierno de EE UU. La entonces primera ministra británica Margaret Thatcher estuvo dispuesta a recorrer ese trecho, pero los militares de la dictadura rechazaron una solución con varias banderas, incluida la de la ONU, convencidos de que los británicos no se arriesgarían a una guerra para recuperar las lejanas islas. Grave error. Y desgraciadamente, esta pelea de gallos segó la vida de más de un millar de jóvenes en una y otra parte.

El acuerdo de 1995 iba en la buena dirección, aunque Londres no ha dado un solo paso hacia la negociación de la soberanía, escudándose en la autodeterminación de los habitantes (que no esgrimió en el caso de Hong Kong). Pero a estas alturas, este tipo de disputas -y algo sabemos los españoles con Gibraltar- no se resuelven por medio de gesticulaciones, menos aún por las armas, sino con paciencia y negociación. Los británicos se han preocupado en estos años -que no antes cuando consideraban a los falklanders como ciudadanos de segunda- de mejorar la calidad de vida en unas islas enriquecidas con las licencias de pesca e inversiones. Argentina podría haber hecho más. No autoriza vuelos chárter desde sus aeropuertos, ni siquiera para que los familiares honren a sus muertos allí enterrados. Hay un 10% de chilenos trabajando en las ahora prósperas islas. Podrían haber sido argentinos.

Aquella fue una guerra entre una dictadura y una democracia. La derrota argentina contribuyó de forma decisiva a la caída de la Junta Militar y al regreso de la democracia. Eso fue lo más positivo.

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