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Dos arquitectos ganan el premio COAVN con un bloque de viviendas sociales en Txurdinaga

David Torres y Sandra Gorostiza culminan con un proyecto singular el barrio bilbaíno

Es un contundente monolito de ladrillo caravista de color gris oscuro que alberga 32 viviendas sociales de alquiler en el barrio bilbaino de Txurdinaga. El edificio, proyectado por los arquitectos David Torres y Sandra Gorostiza, ha ganado el premio 2007 del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro en el apartado de edificación residencial. Los autores han sabido resolver las dificultades que presentaba el lugar y las limitaciones de presupuesto de un proyecto de VPO. "Una casa también tiene que ofrecer sensaciones, componentes lúdicos", afirma Torres.

El galardón supone un reconocimiento a la labor del Departamento de Vivienda del Gobierno vasco que apuesta por una vivienda protegida de calidad. Pero, sobre todo, la constatación de que se puede realizar arquitectura de referencia en concursos públicos, sujetos al corsé de las distintas normativas, que en este caso han servido para impulsar una solución atractiva.

"Teníamos claro que cerrábamos la planificación de un barrio, por lo que nuestro proyecto había de respetar todas las aportaciones anteriores, sin rupturas, pero también con una personalidad marcada", explican David Torres (Pamplona, 1968) y Sandra Gorostiza (Bilbao, 1970). Titulados por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, su experiencia en otros concursos de vivienda protegida les avalaba a la hora de enfrentarse a un proyecto para un solar "difícil". Debían hacer frente a un desnivel de nueve metros, con un único acceso por la Avenida Jesús de Galíndez, en la parte más alta de la parcela, frente al Colegio Alemán. La entrada, inevitablemente, se tenía que hacer por este lado, que mira al oeste.

La tipología del edificio respeta la imperante en la zona: se trata de un bloque exento de 20 x 20 metros cuadrados de base. A partir de aquí, Torres y Gorostiza han interpretado lo que es este tipo de construcción. Su apuesta está marcada en parte por las referencias de su alrededor. Los bloques de este barrio bilbaíno se caracterizan por cierta levedad en sus bajos, abiertos en su totalidad. Por el contrario, los ganadores del COAVN se inclinaron por una propuesta compacta, resolvieron el desnivel con dos plantas de garaje y una de trasteros. De este modo, el bloque resulta contundente en toda su parte baja.

El portal, diáfano, deja paso a un porche privado que se asoma al barrio, al este, sobre el citado desnivel de nueve metros. "Como por la normativa no se nos permitía abrir terrazas, este gran patio, al que sólo acceden los vecinos, se convierte en el gran espacio común abierto", dicen los arquitectos. El edificio está plagado de estas soluciones que hacen de la necesidad virtud y que, sin duda, habrán llamado la atención del jurado de los premios COAVN. Los arquitectos, sin embargom afirman desconocer los argumentos en que se fundamenta este premio. "No hemos tenido oportunidad de hablar con los miembros del jurado", apuntan.

Sin persianas

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Una vez en el interior del edificio (de ocho alturas con cuatro viviendas por planta, la mitad de 90 metros cuadrados, el resto de 70), la claridad domina frente a la austera oscuridad de la fachada. Los salones de las viviendas tienen la orientación Este-Oeste con un muro que, desde el suelo al techo, es un completo ventanal que inunda de luz toda la casa.

El juego con los vanos es otra de las cualidades del edificio. En las habitaciones, al Norte y el Sur, no hay persianas. Las ventanas, verticales, se cubren con una contraventana que se corre de derecha a izquierda. "No me gusta la persiana; desde el volumen que ocupa el cajón hasta el propio gesto de subir y bajarla", aclara Sandra Gorostiza. La búsqueda de una alternativa a la persiana ha sido positiva: mientras el resto de las fachadas se descompensa con las distintas alturas de cada persiana, en este edificio, la armonía de estas contraventanas reafirma el volumen del bloque.

En la cocina, el inquilino recibirá otra sorpresa: la ventana, en este caso doble, también llega hasta el suelo con la consiguiente sensación de vértigo que ofrece la contemplación del exterior. "Una casa también tiene que ofrecer sensaciones, componentes lúdicos", comenta David Torres. Como la distribución, que obliga a pasar por la cocina o por la sala para llegar a los dormitorios, en una especie de laberinto que lleva a un pasillo que reparte habitaciones y baños y se abre al tendedero. "Esta solución ha gustado al Departamento de Vivienda, porque parece que el tendedero tiene que estar siempre junto a la cocina; nosotros lo hemos llevado al final del pasillo, con lo que sirve para dar luz natural a una zona tradicionalmente oscura", explican los arquitectos.

El pasado jueves por la tarde se alquilaba la última de las 32 viviendas. Ahora, el número 14 A de la avenida Jesús Galíndez, que ha tardado en levantarse los últimos tres años, ya es una realidad definitiva, objetivo principal de un edificio de viviendas Y encima, con el primer galardón de los premios COAVN 2007.

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