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Reportaje:

La UE, a la conquista de Asia Central

Con petróleo, gas y uranio, Kazajistán busca inversiones internacionales

Pilar Bonet

La Unión Europea (UE) tiene hoy una cita con Asia central en Astaná, la capital de Kazajistán, para perfilar el futuro de sus relaciones con una zona del mundo que, por su ubicación geográfica y sus hidrocarburos y materias primas, es percibida como de creciente importancia estratégica para Occidente. El deseo de potenciar el modelo y los intereses económicos de Europa en competencia con otros actores en la región es el telón de fondo de las reuniones que mantendrá hoy la troika comunitaria presidida por la comisaria Benita Ferrero-Waldner y el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, con representantes de los países surgidos de la desintegración de la URSS (Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán).

Uzbekos, kirguizes y tayikos huyen del paro y la miseria y emigran a Kazajistán

La UE ha dado 1.300 millones de euros de ayuda a Asia central en 15 años y en su conjunto es el mayor inversor extranjero en la región. Sin embargo, en este territorio de 3,9 millones de kilómetros cuadrados (casi ocho veces la extensión de España), Bruselas tiene una presencia más discreta que Rusia, la antigua metrópoli. También tiene Europa aquí una presencia más discreta que China, en ávida busca de recursos energéticos, e incluso que EE UU.

La energía, la falta de agua, los problemas del medio ambiente, las reformas económicas, la educación, los derechos humanos, el tráfico de drogas (desde Afganistán vía Asia central a Europa), vigilancia de fronteras y emigración serán hoy objeto de debate de Astaná. El resultado no se traducirá en un documento común, sino que servirá para aportar ideas a la confección de la próxima estrategia, mediante la cual la UE y Asia central se asociarán frente a las "amenazas comunes".

Pese al legado compartido como ex colonias de Moscú, los países de Asia central difieren entre sí por su relación con el islam (relajado en Kazajistán y más profundo en Uzbekistán); por el nivel de reformas económicas y también por sus regímenes políticos. En Kazajistán y Tayikistán hay diferentes modelos autoritarios, con economía liberalizada el primero, y sin reformas económicas el segundo. En Uzbekistán y Turkmenistán hay dictaduras y en Kirguizistán la revolución democratizadora al estilo de Ucrania, que se produjo en 2005, ha derivado hacia un régimen débil y se ha desgarrado entre diferentes clanes.

De los 60 millones de habitantes de Asia central, cerca de 10 millones viven por debajo del nivel de la pobreza. La corrupción está generalizada y el agua es un problema que no consiguen resolver porque no se ponen de acuerdo sobre la forma de compartirla.

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Kazajistán, que posee petróleo, gas, uranio y es uno de los primeros exportadores de grano del mundo, es el gigante económico de Asia central y sería ya su locomotora, si no fuera por los obstáculos con los que los países de la zona (incluido el mismo Kazajistán) se han ido protegiendo del libre comercio y la influencia mutua.

Con una superficie de 2,7 millones de kilómetros cuadrados (más de cinco veces España) y una población de 15 millones de habitantes, Kazajistán tiene índices de crecimiento anuales cercanos al 9%, casi equiparable a los de China, y el mayor producto interno bruto de la región. Gracias al petróleo, el país que dirige Nursultán Nazarbáyev se ha convertido en foco de atracción de emigrantes de la región, especialmente de uzbekos, kirguizes y tayikos, que huyen del paro y la miseria.

La Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana estimaba que en 2006 el producto interior bruto (PIB) per cápita en dólares era de 9.100 anuales en el caso de Kazajistán y de 2.000 en Uzbekistán y Kirguizistán, para descender a 1.300 en Tayikistán. Nazabáyev está preocupado porque la falta de reformas económicas y la pobreza de sus vecinos pueden poner en peligro sus propios intereses y su propia estabilidad. Por eso, se plantea una política de inversiones internacionales que mejore la situación en su entorno.

Turkmenistán, con 8.900 dólares por cabeza y un crecimiento oficial del 21%, no anda lejos de Kazajistán, pero la cerrada naturaleza del régimen de aquel país rico en gas lo convierte en un caso aparte, por cuanto su sistema político no es sólo represivo, sino también extravagante y caracterizado por el culto a la personalidad del dictador Saparmurat Niyázov. La muerte de éste en diciembre de 2006 ha abierto nuevas perspectivas para los turcomanos.

De los cinco países asiáticos que acuden a la cita europea de Astaná, cuatro estarán representados por sus ministros de Exteriores y el quinto, Turkmenistán, por un viceministro. Esta presencia, pese a ser inferior en rango a la de otros países centroasiáticos, debe ser interpretada como un buen síntoma en sí misma y puede aportar alguna clave sobre las intenciones de Gurbanguli Berdymujammédov, que ha sustituido a Niyázov. Buen síntoma se considera también la presencia del ministro de Exteriores de Uzbekistán, pese a la reciente renovación de las sanciones impuestas por la UE sobre su país por el violento aplastamiento de una protesta popular en la localidad de Andizhán en 2005. Algunos medios europeos se plantean la eficacia de las sanciones, ya que la falta de puentes con Occidente "ha echado a Uzbekistán en brazos de Rusia". Tras los sucesos de Andizhán, el presidente de Uzbekistán, Islám Karímov, obligó a los norteamericanos a cerrar las bases abiertas tras el 11 de septiembre de 2001 y concertó una alianza militar con Moscú.

Diversificación energética

Los intereses de Kazajistán y la UE en la diversificación energética son coincidentes, tanto para limitar la dependencia del transporte a través de Rusia -por donde el líder económico de Asia central exporta la mayor parte de su crudo-, como para ampliar las fuentes de energía.

Hay matices. Kazajistán, que produjo 65 millones de toneladas de crudo y 25.650 millones de metros cúbicos de gas natural en 2006, quiere desarrollar su industria petroquímica y exportar derivados avanzados del crudo. La UE desearía que Kazajistán se planteara fuentes alternativas, como la éolica, y tecnologías de ahorro energético, hoy impensables en un país que mantiene la calefacción a temperaturas asfixiantes.

Kazajistán, que está encajonado en el continente y tiene salida sólo al mar Caspio, estudia poner en marcha la producción de gas licuado. La UE se ofreció a hacer un estudio sobre la viabilidad de una planta de ese combustible tras el encuentro entre el líder Nursultán Nazarbáyev y el presidente de la Comisión Europea, João Manuel Barroso, en Bruselas en diciembre de 2006. En el tema hay otros interesados. Nazarbáyev ha visitado recientemente Qatar para explorar la posible construcción por aquel país de una planta de gas licuado en Kazajistán a cambio de inversiones.

Tercer productor de uranio del mundo, Kazajistán ha emprendido también el retorno a la energía nuclear, que albergó cuando era parte de la URSS. Nazarbáyev quiere construir una central atómica.

Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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