El 'only english' se tambalea
He visto a tu hermana esta mañana". El periodista español encuentra este desconcertante mensaje en el encerado de la sala de reuniones del centro empresarial de Montreal, mientras espera a un directivo local con quien se ha citado para hablar de asuntos ajenos a los de este reportaje. La frase da testimonio de la clase de la mañana. ¿Por qué aprenden español directivos canadienses que rondan la cincuentena? "Es por los negocios", aclaran. "Tenemos nuestros mercados en Estados Unidos y América Latina y el español es necesario".
Ocurre en Canadá donde no puede decirse que el español avance arrolladoramente -lo estudian 93.000 personas-, pese a las señales de alarma que la Alliance Française envía a su sede central en París. "El entusiasmo por el español podría desarrollarse en detrimento del francés", subrayan en los informes que dan cuenta de la progresión de nuestro idioma entre los universitarios canadienses e, incluso, en la francófona Quebec.
De los 4,2 millones de estadounidenses que aprenden castellano, un porcentaje insignificante estudia doctorados
El prestigio social es el talón de Aquiles de una lengua que está lejos de ser reconocida como exponente de una gran cultura europea
Los expertos fían el desarrollo de este idioma como lengua global al despegue económico y cultural de América Latina, donde residen 9 de cada 10 hispanohablantes
En la soterrada batalla que se libra por las influencias lingüísticas -soterrada, puesto que los agentes culturales son demasiado distinguidos como para admitir la rivalidad y aceptar expresiones aberrantes como "guerra de lenguas"-, nuestro idioma cuenta a su favor con 400 millones de hispanohablantes, el anclaje en dos continentes y los fenómenos de la inmigración y de los flujos comerciales que le están abriendo un pasillo lingüístico en América del Norte y Brasil. Si la firma de Mercosur situó más que nunca a Brasil "entre el español y el mar", como indicó el ex presidente Fernando Enrique Cardoso, la emigración hispana y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) han abierto las compuertas de los flujos humanos y económicos entre México, Estados Unidos y Canadá.
Son fenómenos que, con los re
trocesos políticos y las limitaciones que se quieran -las campañas del only english y el proyecto de muro fronterizo con México destinado a contener la inmigración ilegal-, desafían como nunca en la historia el monolingüismo estadounidense. Aunque la incógnita sólo podrá ser despejada en las décadas futuras, puede que este país que ha acreditado la denominación "cementerio de lenguas" por su capacidad para deglutir a los colectivos étnicos-lingüísticos asentados en su territorio, no consiga en este mundo globalizado digerir a una minoría lingüística, la mayor de su historia, que supera ya en número a la población española y que se nutre del flujo migratorio procedente de países vecinos. Puede ocurrir que el proceso por el que los hijos de los inmigrantes pierden generalmente la lengua de sus progenitores a la vuelta de un par de generaciones no conduzca forzosamente a la desaparición del idioma y que el español llegue a hacerse útil a medida en que la minoría hispana ascienda en la escala social.
La evolución del español en Estados Unidos es clave para su futuro como lengua internacional entre otras cosas por la capacidad de la primera potencia de irradiarse como referencia mundial. De hecho, expertos como Óscar Berdugo, director de Eduespaña, empresa privada dedicada a captar alumnado extranjero interesado en aprender español, detectan en el fenómeno estadounidense el punto de inflexión que explica, en buena medida -el caso del Reino Unido parece confirmarlo-, el creciente interés internacional por nuestro idioma. ¿Frente a los partidarios del sólo inglés, terminarán imponiéndose aquellos que como el ex presidente Bill Clinton -"probablemente, yo seré uno de los últimos presidentes que no hable español", dijo en su día- apuestan por una educación multilingüe para poder prosperar mejor en una economía globalizada?
Lo que el director del Cervantes en Nueva York, Eduardo Lago, constata es el contraste entre la "potentísima" expansión del español y el "fuerte retroceso" del francés, el alemán, el italiano y el ruso. "Lo llamativo", apunta, "es que en los hijos de los inmigrantes hispanos se retiene la lengua madre, que remite a una suerte de contacto umbilical con las culturas de origen, y así se mantiene bastante viva".
El director del Cervantes, César Antonio Molina, está convencido de que el bilingüismo terminará siendo una realidad en Estados Unidos. Sin embargo, su predecesor en el puesto, Jon Juaristi, cree que la apuesta española en Estados Unidos debe ser la de asegurar que nuestro idioma sea la segunda lengua de los estadounidenses. En su opinión, la política del only english triunfará y el español quedará reducido a lengua familiar cuando se frene la inmigración masiva.
"La gente no aprende la lengua de su mucama, ni la de los colectivos marginales de la inmigración ilegal", comenta Juaristi. "Las posibilidades del español pasan por la integración y el ascenso social de los hispanos porque sólo los idiomas prestigiados y considerados socialmente se convierten en lengua de comunicación. En lugar de tratar de competir con el inglés, de lo que se trata", subraya, "es de aprovechar que podemos ser buenos compañeros de viaje".
El prestigio social es, efectivamente, el talón de Aquiles de una lengua que en Estados Unidos está muy lejos de ser reconocida como exponente de una gran cultura europea. Lo hispano está frecuentemente asociado al gueto, la pobreza, la marginación y el analfabetismo. La moda latinoamericana de la música ligera y los culebrones televisivos que triunfan emiten una imagen que faculta al idioma para el divertimento, el ocio y el enredo, lo que no es poco, pero no lo habilita como lengua de prestigio para la cultura, la relación, los negocios o el mundo de la empresa, la ciencia y la tecnología. Eso explica, por ejemplo, que de los 4,2 millones de estadounidenses que aprenden español dentro del sistema educativo reglado sólo un porcentaje insignificante haga estudios doctorales en esta lengua.
"Los libros en español, muchos
de ellos de temática religiosa, han crecido en los últimos tiempos, pero su volumen de negocio es inferior a 400 millones de dólares en un mercado de más de 26.000 millones de dólares", indica Antonio Muñoz Molina, anterior director del Cervantes en EE UU. En su opinión, el escaso reconocimiento del valor cultural del español impide confiar en que el peso demográfico haga que nuestra lengua adquiera relevancia social, económica y política. "Hay que conseguir que la cultura española sea plenamente visible y reconocida como gran cultura europea y además afianzar la industria de la enseñanza y del libro, uno de los pocos terrenos en los que nuestro país puede ser competitivo", señala.
En general, los expertos fían el desarrollo del español como lengua global al despegue económico y cultural de América Latina donde residen 9 de cada 10 hispanohablantes. El crecimiento del PIB de la región, sostenido en los últimos años, el incremento del precio de las materias primas -si China ha empezado a estudiar español es sobre todo por sus negocios energéticos en el subcontinente- y el asentamiento de los regímenes democráticos aportan un viento de optimismo aunque no hasta el punto de ignorar el analfabetismo estructural y funcional de la región, la gravedad y violencia de sus crisis cíclicas y las enormes desigualdades sociales.
Lo que no cabe discutir es la enorme vitalidad demográfica de una comunidad hispanohablante que, según los estudios realizados por el profesor e investigador José Luis García Delgado para la Fundación Telefónica, supera los 400 millones de personas y crece desde hace 8 años a un ritmo del 10%. Como tampoco cabe dudar del interés creciente, más o menos general, por un idioma, el cuarto más hablado del mundo, que estudian como segunda lengua 14 millones de personas, fundamentalmente en EE UU, Brasil y Europa. Ahora que ha descubierto en su lengua una materia prima de enormes posibilidades, a España le corresponde hacer valer la talla del español como gran cultura europea.
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