Respeto para los intérpretes
Como intérpretes y en representación de la Asociación Internacional de Intérpretes de Conferencias (AIIC) quisiéramos expresar nuestra solidaridad con los profesionales encargados de la interpretación del macrojuicio del 11-M que actualmente se está celebrando en la Casa de Campo de Madrid. Dichos compañeros están realizando un trabajo ímprobo en condiciones sumamente difíciles.
La profesión del intérprete (que no la del traductor que traduce por escrito) es una gran desconocida del público en general y desgraciadamente también de otros muchos profesionales y medios.
Desgraciadamente, muchas veces sólo se repara en nosotros cuando las cosas salen mal como el jueves 15 de febrero, durante el macrojuicio del 11-M. ¿Qué salió mal? Para empezar, el Ministerio de Justicia invirtió un altísimo presupuesto en una instalación de interpretación simultánea completamente inadecuada (por supuesto sin consultar a ningún intérprete), lo cual prácticamente hizo imposible la labor de los intérpretes por toda una serie de motivos técnicos. A pesar de todo y teniendo en cuenta lo trascendental de este juicio, nuestros compañeros, haciendo gala de una gran responsabilidad profesional, decidieron seguir adelante.
Por otro lado, el presidente del Tribunal aún no ha encontrado el momento de entrevistarse con los intérpretes más allá de breves intercambios de palabras antes del juicio y la reprimenda -en público y en privado- del jueves 15 de febrero. Además, los intérpretes sólo tuvieron acceso a una parte de la documentación, la de dominio público. Los intérpretes tenemos que entender lo que se dice para así poder transmitirlo a quien nos escucha; somos un verdadero puente cultural; por eso es tan importante que podamos informarnos y estudiar la documentación relativa a las reuniones en las que trabajamos con la suficiente antelación. ¡Qué decir entonces de un juicio tan trascendental como éste!
El artículo 24 de nuestra Constitución consagra el derecho de todas las personas a un proceso público y con todas las garantías. Entre ellas está la asistencia de un intérprete si fuera necesario. Creo que no hace falta añadir mucho más.
En nombre de una profesión que en su versión moderna nació precisamente con los Juicios de Núremberg que fueron posibles gracias a la brillante labor de los intérpretes nos permitimos solicitar un poco de respeto por unos profesionales que están haciendo todo lo posible para que esa garantía constitucional no quede en papel mojado.
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