Un vuelo de la imaginación
"Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy es un libro que no se puede adaptar al cine. Es una cima de la posmodernidad. Era moderno antes de que llegara la modernidad". De modo que ante la imposibilidad de traslación a lenguaje cinematográfico, ¿qué mejor solución que narrar tal fracaso? En un juego metalingüístico un tanto difícil de manejar, Michael Winterbottom y Frank Cottrell Boyce, director y guionista de Tristram Shandy: A cock and bull story, película basada en la supuestamente inadaptable novela de Lawrence Sterne, ponen la frase entrecomillada en boca del actor Steve Coogan, el protagonista, y la hacen suya en una supuesta entrevista periodística durante una pausa del rodaje. Cine dentro del cine. Realidad y ficción, confundidas. Creadores, intérpretes y personajes, mezclados en un tótum revolútum tan sarcástico como imaginativo.
TRISTRAM SHANDY: A COCK AND BULL STORY
Dirección: Michael Winterbottom. Intérpretes: Steve Coogan, Rob Brydon, Jeremy Northam, Shirley Henderson. Género: comedia. Reino Unido, 2005. Duración: 94 minutos.
Partiendo de la base de que la novela de Sterne es una cúspide de la experimentación narrativa; de que contiene continuas digresiones; de que no sigue un orden temporal; de que está aderezada de opiniones personales, incluso de juegos tipográficos, Winterbottom y Cottrell han confeccionado un juego con el que llevar al cine la experimentación literaria de Sterne. Incluso, en una aguda muestra de infidelidad fiel a la esencia del clásico, el director deja la pantalla en negro durante un rato como homenaje a las páginas en blanco (y en negro) de la edición del libro. Así que lo de menos acaba siendo la historia de Tristram Shandy (como en el texto original, en el que sólo aparece entre los capítulos IV y VI). En la película, a Winterbottom (rebautizado como Mark) lo interpreta Jeremy Northam; a Cottrell le pone rostro Ian Hart, aunque los iniciados captarán las bromas sobre el guionista por su demostrable afición por la paternidad (tiene siete hijos). El egocentrismo del actor y la egolatría del creador se dan la mano en una broma con continuos retruécanos.
Como es habitual en su prolífico trabajo (éste, de 2005, es el penúltimo culminado; el último, Camino a Guantánamo, ya se estrenó en España, y se encuentra en fase de posproducción de uno más), Winterbottom huye de lo fácil y reinventa los géneros. Aquí, la comedia satírica. "¿Por qué pasar un año haciendo una película como ésta?", se pregunta. "Porque es graciosa. Si es auténticamente graciosa, habrá valido la pena", contesta el álter ego de Winterbottom. Y lo es.
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