¿Unidad palestina?
Tras meses de negociaciones, ya hay Gobierno de unidad palestina, fruto del acuerdo entre Hamás, que retiene nueve carteras, además de la jefatura del Ejecutivo que sigue ejerciendo Ismail Haniya, y Fatah, del presidente Mahmud Abbas, que obtiene cinco; pero lo más notable es que Interior, Exteriores y Economía recaen en independientes de buena reputación internacional, con lo que se pretende que Occidente se avenga a reanudar la ayuda a la arruinada Autoridad Palestina. Abbas ha logrado también imponer a un archienemigo de Hamás bien visto en Jerusalén y Washington como supervisor de las milicias de Gobierno y de Presidencia. La reacción de quienes más tienen que decir sobre ese Ejecutivo revela un modesto progreso.
Israel rechaza todo trato con el nuevo equipo y, amurallada en sus históricas certezas, exige que Hamás reconozca al Estado sionista, renuncie a la violencia y suscriba todos los acuerdos contraídos por la OLP. Estados Unidos se suma sólo en parte a la posición israelí, porque añade que tratará con los ministros de Fatah e independientes. Esta novedad, que considera una afrenta el Gobierno de Ehud Olmert, será el centro de las conversaciones que sostendrá esta semana en la zona la secretaria de Estado Condoleezza Rice con sus homólogos saudí y jordano y el presidente egipcio. Por último, la UE, sin rechazar nada, advierte de que la reanudación de la ayuda dependerá del programa y actos del nuevo equipo.
Las declaraciones de Haniya y Abbas no invitan, sin embargo, al optimismo, porque si este último asume que Hamás acepta tácitamente todo lo pactado por la OLP, Haniya reitera que su movimiento -considerado terrorista por Israel y Occidente- seguirá resistiendo "al Estado sionista" por todos los medios. Lo esperanzador, pese a ello, es que la UE parece admitir que ese reconocimiento de Israel sea el resultado de una eventual negociación y no una concesión a priori.
Ante este impasse que Israel desearía eterno, y la renuencia de Washington a desmentir los deseos de su aliado, haría falta que, por fin, Europa adoptase una política, prudente, pero propia. Si la reconciliación palestina va en serio, cesarán los atentados contra Jerusalén, y no será impensable un alto el fuego formal en los territorios. Entonces es cuando la UE, valorando a cada paso lo que haga Hamás, debería ir levantando el embargo, con lo que, por primera vez desde su victoria en las elecciones de enero de 2006, el Gobierno palestino podría hacer frente a sus responsabilidades. Sólo sobre esa base cabe plantearse seriamente la reanudación de un proceso de paz, a lo que Israel difícilmente podría entonces negarse.
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