Las fallas como terapia
Un centro ocupacional de Ibi (Alicante) planta monumentos falleros
Repasa minuciosamente y sin prisas con pintura negra el rótulo de un cartel. La especialidad de María Dolores es la pintura y pocos minutos antes del almuerzo se esmera en terminar su trabajo. A pocos metros, en el patio, siete de sus compañeros refuerzan la base de palés sobre la que se levantará al día siguiente la falla en la que han trabajado durante los últimos meses. Otros están distribuyendo invitaciones en Ibi (Alicante) para el día de su cremà. Todos apuran las últimas horas de un trabajo que empezó a finales de noviembre de 2006 en el Centro Ocupacional San Pascual de esta población antes de plantar su falla por cuarto año consecutivo.
El centro conviven cada día 48 "usuarios" (nombre recomendado por la Generalitat), personas de entre 23 y 65 años procedentes de distintas poblaciones de la comarca que sufren distintos grados y tipos de discapacidad psíquica y que ocupan su tiempo en distintos talleres que organiza el centro. Algunos de los talleres son "fijos" como el de cerámica, el de jardinería, montaje o habilidades diarias, explica Maite Gómez, sicóloga del centro. Otros ocasionales. Y el de fallas fue puro azar. El invierno de 2004 fue lluvioso y frío, lo que impidió las actividades de jardinería que el centro realiza en cinco puntos de la población. "Había que buscar una alternativa para que los chavales no estuvieran ociosos", explica Paco Rico, uno de los diez monitores del centro. Por fechas, pensaron en crear una falla. "Por eso son fallas y no hogueras", puntualiza adelantándose a una pregunta que le hacen a menudo. Primero fue con cartón y madera y "cada año ha ido a más" y se recurre a más materiales, añade el monitor. El apoyo del ayuntamiento y de distintos empresarios locales a la iniciativa también ha sido definitivo. Y el ingenio se agudiza. El año pasado, la falla quiso realizar su modesta aportación a las celebraciones del 250 aniversario del nacimiento del compositor Wolfgang Amadeo Mozart. Pero el ayuntamiento de la localidad les animó a potenciar la falla y su espíritu crítico, "y van a tener crítica", bromea Maite Gómez. La pieza central del monumento este año, de hecho, es un autobús partido por dos, referencia a las constantes averías del autobús municipal. En el vehículo se han previsto concejales en representación de cada una de las formaciones políticas presentes en el Consistorio de Ibi así como algunos de los alumnos del centro. Y entre las escenas también hay una crítica a un vecino de la zona que se queja de los ladridos del perro del centro o a la subida del precio del carburante. "Este año será el punto de inflexión" asegura Rico contagiado de la ilusión que rezuma el centro.
"Para ellos es un reconocimiento, una motivación. Es socialización"
Cada alumno trabaja en función de sus capacidades. "Todo el mundo no sabe dibujar o escribir", puntualiza Gómez. Por ello, los monitores distribuyen las tareas en función de las aptitudes. "Lo mejor de todo es la ilusión que tienen", insisten los monitores. "Lo que más destaco es el empeño", añade Manuela Jiménez, voluntaria del centro. La falla se quemó el viernes pasado, con todo el boato posible. Hubo ninot indultat, fallero y fallera (elegidos por sorteo), bomberos y autoridades. "Para ellos es un reconocimiento, una motivación. Es socialización", puntualizan los profesionales que se ocupan de sus actividades. Es, en definitiva, el espíritu fallero más genuino y menos comercial.
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