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Reportaje:

Hergé, periodista

El centenario del nacimiento del creador de Tintín anima exposiciones, un museo y una película para recordarle por todo el mundo

El centenario del nacimiento de Georges Rémi, conocido como Hergé, creador del reportero de cómic Tintín, recorre el planeta. Si a mediados del pasado febrero cerró la exposición sobre el dibujante en el Centro Pompidou de París, en los próximos meses seguirán emisiones de sellos, bautizos de calles y plazas, colocación de la primera piedra de un museo dedicado al autor y su obra en Louvain-la-Neuve (junto a Bruselas), una película para 2009 que dirigirá Steven Spielberg y, naturalmente, muchas exposiciones para conmemorar su venturosa llegada al mundo, el 22 de mayo de 1907, en el seno de una modesta familia de Etterbeek, un barrio de la capital belga.

En Girona se inaugura este fin de semana Tintín en el mundo de Hergé (hasta el 20 de mayo, www.fundaciocaixagirona.org), una selección de 500 piezas, entre ediciones originales, autógrafos, planchas, carteles publicitarios, gadgets, etcétera, de la colección del periodista Jordi Tardà, que ha sudado para seleccionarlas entre las más de 4.000 que asegura poseer. "He pretendido centrarme en el aspecto pedagógico de Hergé y su criatura, en cómo nacieron las aventuras", dijo en la presentación. Tardà empezó recientemente su colección, el 1 de enero de 2004.

La exposición recorre detalladamente la creación de los 24 álbumes protagonizados por Tintín y su inseparable perrito Milú, desde El país de los sóviets, aparecido en 1929, hasta El arte Apha, que dejó apenas esbozado cuando la leucemia que sufría le llevó a la tumba el 3 de marzo de 1983. Por deseo de su mujer, Fanny Vlamynck, el álbum se publicó inacabado después de su muerte. Recientemente ha salido una nueva edición de esta obra con dos páginas más en las que aparece un extravagante pintor de bigotes en punta, una alusión clara a Salvador Dalí.

¿Por qué la obra de Hergé continúa despertando tantas pasiones? ¿Por qué cada año se siguen vendiendo 10 millones de sus álbumes? Sin duda porque sintoniza bien con la contemporaneidad, marcada por la cultura de masas y el periodismo. Hergé fue ante todo un periodista. Si su álter ego nunca envía crónicas de sus aventuras (salvo En el país de los sóviets y en Tintín en América, donde se halla una fugaz referencia del reportero a que ya tiene vendidas sus exclusivas), él fue una verdadera rata de redacción. Desde las revistas católicas de boy-scouts, en las que apareció el prototintín Totor, hasta la revista Le Journal Tintín, lanzada después de la guerra, pasando por las redacciones de los diarios Le Vingtième Siècle y Le Soir, Hergé hizo de todo: maquetar, redactar textos, poner pies de fotos, cuidarse de la impresión... No es sólo que ejerciera el métier, sino que éste se convirtió en parte substantiva de su creación.

Antes que como álbumes, las aventuras de Tintín aparecieron por entregas en diarios y revistas. Esta capacidad de fragmentar el discurso es común a todo el género del cómic, pero Hergé la ejerció de forma magistral, ritmando las tensiones intermedias del relato hacia el desenlace final, invariablemente feliz. Por lo demás, esta técnica de atención al fragmento dentro de la complejidad de la trama configura uno de los lenguajes de la posmodernidad y coincide con la forma de lectura del niño, capaz de pasarse horas fabulando con una viñeta para reengancharse a su antojo a la narración propuesta por el autor.

Hergé estuvo atento a los movimientos artísticos de su tiempo. Fue admirador de Andy Warhol -que le retrató- y Roy Lichtenstein. Que la cultura pop le iba ganando el espíritu tal vez lo demuestre el renovado Tintín que aparece en la última fábula completa, Tintín y los pícaros, en la que el joven reportero, que apenas ha envejecido dos años en todo este tiempo (de los 16 a los 18), monta en motocicleta, lleva un casco con el logotipo "Haz el amor y no la guerra" y, sobre todo, ha abandonado sus viejos bombachos para enfundarse unos tejanos, eso sí, de color marrón para que el trauma del cambio no resultara excesivo a sus fieles (aun así se discutió no poco este cambio súbito de indumentaria).

Hijo de la cultura de masas, Hergé comprendió muy pronto que su personaje debía salir de las páginas de los álbumes para llegar a otros medios de expresión, como el cine, la publicidad y el merchandising. Dio el paso de la artesanía a la producción industrial, al que contribuyó un equipo de colaboradores cada vez mayor y más eficaz.

Como buen periodista que fue, Hergé fue ganando escepticismo con los años. Atravesó momentos muy malos después de la guerra, cuando se le acusó de haber colaborado con los nacionalsocialistas por su trabajo en el diario Le Soir. En la exposición de Girona hay un pequeño opúsculo de la Resistencia, titulado Galería de traidores, en el que a Hergé se le considera "rexista", seguidor del partido filonazi fundado por Léon Degrelle. De hecho, estuvo dos años sin publicar. Poco a poco, especialmente a partir de Tintín en el Tíbet, que supuso un cambio de rumbo tras una crisis depresiva -sufrió diversas a lo largo de la carrera-, su héroe, en el que obviamente proyectaba su vida, fue ganando en profundidad meditativa y perdiendo capacidad de acción. Es significativo que en Los pícaros, por primera vez, el joven reportero esté de acuerdo con el capitán Haddock en la pereza que da salir de casa para ir en busca de nuevas aventuras. Aunque el periodista de ficción sólo ha crecido dos años, es obvio que el periodista que lo ha creado se ha hecho mayor.

<i>Tintín en el país del oro negro,</i> álbum de Hergé en la exposición de Girona.
Tintín en el país del oro negro, álbum de Hergé en la exposición de Girona.PERE DURAN
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