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Un metro de la línea 7 descarrila en la estación de Cartagena y causa tres heridos

La compañía achaca a la avería de una rueda el segundo incidente con lesionados en ocho días

Un tren de la línea 7 descarriló ayer por la tarde en un túnel a 200 metros de la entrada de la estación de Cartagena. El accidente produjo escenas de pánico entre los pasajeros. Tres personas resultaron heridas leves, con golpes y contusiones en las zonas lumbar y cervical. Dos de ellas fueron trasladadas a centros hospitalarios. Recibieron el alta anoche. El servicio quedó interrumpido entre Pueblo Nuevo y Avenida de América. Fuentes de la compañía apuntaron a un problema en una rueda como causa del accidente y señalaron que un viajero tiró de la alarma, lo que hizo que el convoy frenara en seco.

Un viajero accionó la alarma al oír un fuerte ruido cuando el metro entraba en la estación
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Ningún informe relaciona averías y denuncias por sabotaje

El descarrilamiento es similar al producido en la estación de Carabanchel, en la línea 5, el pasado 8 de marzo con 12 heridos leves. El accidente de ayer se produjo a las 18.55. Dos testigos del incidente aseguraron que uno de los vagones de la línea 7 (Pitis-Las Musas) "descarriló". Se produjo un "fuerte frenazo" y empezó a "echar chispas" entre las estaciones Avenida de América y Cartagena. Los viajeros tuvieron que esperar allí "durante media hora", según el dominicano Jesús Manuel Herasme, hasta que los evacuaron con otro tren.

Facultativos del Samur-Protección Civil atendieron a tres personas junto a la entrada de la estación de Cartagena. Todas presentaban contusiones leves, según un portavoz de Emergencias 112. Dos viajeros fueron trasladados a hospitales para revisar sus golpes.

La tercera afectada, la boliviana María Eugenia Ruiz, se marchó por su propio pie. Asegura que la unión entre dos vagones "se rompió" y la parte en la que ella se encontraba "se torció hacia la izquierda". El servicio quedó interrumpido entre las cinco estaciones situadas entre Pueblo Nuevo y Avenida de América.

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Portavoces del Metro y de la Consejería de Transportes mantuvieron en todo momento que se produjo un fuerte ruido cuando el metro estaba entrando en la estación y un pasajero tiró del freno de emergencia. Esto produjo un frenazo en seco y bloqueó el convoy, por lo que los pasajeros tuvieron que pasar a otro tren estacionado en la vía contigua. "Los técnicos han visto que la reparación no era fácil y hemos tenido que suspender el servicio", relataron. El modelo accidentado pertenece a la moderna serie 9.000 y entró en servicio el pasado otoño. Aún está en garantía. Fue construido por la empresa italiana Ansaldobreda, según una de las portavoces.

Fuentes policiales y sindicalistas consultadas por EL PAÍS mantuvieron en todo momento que el convoy, perteneciente a la moderna serie 9.000, descarriló.

Para el PSOE, la responsabilidad "exclusiva" de la avería es del Gobierno regional. "Exigimos a Esperanza Aguirre que aporte soluciones para el Metro ya. Esta situación no puede continuar", indicó el diputado socialista José Quintana. "Están jugando con fuego en el asunto de las averías de Metro y hoy se han quemado", añade Quintana. "Como venimos denunciando desde hace tres años, las averías y el deterioro de Metro van en aumento, sin que el Gobierno regional tome medidas para evitarlo", añade.

Los sindicatos apuntaban a un descarrilamiento como causa del accidente. "He visto con mis propios ojos el eje descarrilado", aseguró ayer por la noche Vicente Rodríguez, representante del Sindicato de Conductores. "No hay motivos aparentes para lo sucedido", añadió. El secretario general de CC OO en Metro, Ignacio Arriba, desconocía las causas concretas del accidente. "El tren es novísimo, sólo lleva desde octubre pasado en funcionamiento. Quizá haya podido ser un fallo en la vía, igual que sucedió el jueves de la semana pasada en la línea 5", apuntó.

El secretario general de UGT-Metro, Teodoro Piñuela, destacó que el descarrilamiento se produjo en una recta. "El tren accidentado es reparado en las cocheras de Canillejas, esas en las que han instalado tantas cámaras y tantos vigilantes, como si fuera un estado policial total. Si, en vez de poner tanta cámara, contrataran más trabajadores, estos accidentes no pasarían", concluyó Piñuela.

Los 252 trenes de la línea 9.000 fueron adquiridos el 23 de junio de 2004 para dar servicio a la línea 7 y al futuro metronorte. Costaron 392 millones de euros. Formaban parte del mayor contrato de compra de material móvil en la historia de Metro, que supuso el desembolso de 1.037 millones para adquirir 698 trenes nuevos.

Con informaciones de F. Javier Barroso y Álvaro Corcuera.

Un vigilante de Metro impide el paso a la estación de Cartagena tras el descarrilamiento de un convoy.
Un vigilante de Metro impide el paso a la estación de Cartagena tras el descarrilamiento de un convoy.CLAUDIO ÁLVAREZ

"El tren echaba chispas"

"No he pasado más miedo en mi vida". El dominicano Jesús Manuel Herasme reflexiona junto a la estación de Cartagena mientras espera su ambulancia. Le cuesta hablar y lo hace muy bajito y con cara triste. Se toca la espalda, que le duele "mucho". Lo que más recuerda una hora después del suceso es que "el tren echaba chispas".

Entre la confusión, el hombre temió que se tratara "de un atentado" y se acordó de sus hijos. Luego supo que era una avería, aunque otros pasajeros le contaron "que en el metro hay sabotajes", explica mientras se encaja bien la gorra en la cabeza. A todos les tocó esperar entre las dos estaciones "durante media hora" hasta que otro tren llegó para evacuarlos.

Herasme agradece la "buena atención" recibida por la policía y el personal de Metro. Los tres trabajadores del suburbano que han rellenado su parte de incidencias no paran de preguntarle por su espalda y de darle ánimos mientras llega el vehículo del Samur. Pero el susto no se le ha ido del cuerpo. "Todo el mundo gritaba, ha sido horrible", añade antes de partir rumbo al hospital Ramón y Cajal.

La boliviana María Eugenia Ruiz, usuaria habitual de la línea 7, también sufrió contusiones durante el descarrilamiento. Le atiende el Samur junto a la boca de metro precintada y custodiada por agentes de la policía nacional. Se queja de un golpe en la cadera. Tiene el pantalón vaquero roto por la parte interior del muslo. Enseña las fotos que ha hecho con su teléfono móvil, en las que sólo se ve un montón de gente de espaldas dentro del vagón. "¿Ve? Se rompió la unión entre dos vagones y el tren se volcó hacia la izquierda", añade para justificar una imagen que parece tomada con el ángulo torcido.

Los trabajadores del servicio de emergencias le dicen que puede marcharse después de hacerle una revisión. Pero le recomiendan que visite a un médico lo antes posible "por si acaso". María Eugenia se marcha dolorida y "harta". Camina hacia la estación de Avenida de América. No sabe muy bien cómo va a regresar a casa, pero sí que mañana le tocará subir otra vez en la 7.

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