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Dimite el jefe de la sanidad militar de EE UU por el trato a los soldados heridos

Yolanda Monge

El escándalo del hospital Walter Reed, donde los soldados heridos en la guerra de Irak y Afganistán vivían entre cucarachas y sin apenas asistencia médica en sus tratamientos post operatorios, se ha cobrado su tercera víctima. Kevin Kiley, teniente general y director de Salud Pública del Ejército estadounidense, se vio forzado ayer a dimitir y pasar a la reserva. Kiley fue sometido a durísimas críticas sobres su gestión durante las audiencias en el Congreso la semana pasada, cuando soldados y familiares relataron las penosas condiciones de vida que sufrían y los laberintos burocráticos en que se veían perdidos para curar las heridas sufridas en la guerra contra el terrorismo en Irak y Afganistán.

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El primero en caer por el escándalo fue el general George Weightman, que estaba al mando del hospital, situado en las cercanías de Washington. El segundo fue el secretario del Ejército de EE UU, Francis Harvey. "He presentado mi dimisión porque creo que es lo mejor para el Ejército", aseguraba Kiley en un comunicado remitido ayer a la prensa. "Debemos movernos con rapidez para cubrir su baja", declaraba poco después Pete Geren, secretario en funciones del Ejército. Kiley insistió en su declaración en que su salida obedecía a una necesidad de permitir a los altos cargos del Ejército hacer su trabajo y no entorpecerlo con la crisis del Walter Reed.

Pésimas condiciones

A finales de febrero, el diario The Washington Post desvelaba las pésimas condiciones de vida y el olvido al que estaban siendo sometidos los miles de soldados que cada año pasan por el hospital militar Walter Reed. Con la guerra en Irak en sus niveles de aprobación más bajos desde que se iniciase hace cuatro años, lo que sucedía dentro de los muros del centro médico -buque insignia de la medicina militar- movilizó a la clase política y el presidente Bush nombró una comisión bipartidista para que investigase lo sucedido en el centro médico para veteranos más antiguo de la nación.

Irak sigue en el centro de la información en la capital de EE UU. Ayer, el vicepresidente Dick Cheney pedía a los legisladores una prueba de su apoyo a las tropas destacadas en Afganistán e Irak y reclamó al Congreso de mayoría demócrata que autorice el presupuesto solicitado por la Casa Blanca para el actual ejercicio fiscal.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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