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Reportaje:

Lágrimas y recuerdos

Miles de personas visitan el monumento a las víctimas del 11-M

Algunos salían llorando, los más afectados, pero todos parecían conmovidos. Simples curiosos, ciudadanos compungidos, y muchos familiares y amigos de las víctimas del peor atentado de la historia de España se concentraron ayer por la tarde en la gran estación de Atocha para hacer cola y ser los primeros en visitar el monumento inaugurado poco antes por los Reyes. Hasta que salieron los últimos a las 19.50, fueron miles los que esperaron hasta más de una hora para penetrar en la gran sala bajo la cúpula de cristal.

Una enorme tristeza, frío, recuerdos, silencio y recogimiento, todo eso se puede sentir bajo el monumento del 11-M, según describían su impresión los primeros en hacer el breve paseo en el espacio oscuro de la estación. Dos mujeres, amigas de una de las víctimas, María Dolores Fuentes, porque eran paisanas de Castellar de Santiago (Ciudad Real), la recordaban ayer tras la "impactante" visita. "¿Sabes la frase que más me ha emocionado?", preguntaba Antonia, una de ellas, "Desde aquel día la luz se me ha apagado". Varias de las personas que acababan de rendir su homenaje eran capaces de recordar las dedicatorias que se leen en varios idiomas en el lugar, recogidas en los días posteriores a la tragedia entre las que la gente dejó en el santuario improvisado de Atocha tras los bombazos. "El viento del huracán no podrá con nosotros", leyó Dolores, de 74 años, según contaba entre lágrimas a la salida.

El lugar todavía huele a pintura, decía María, de 59 años, suegra de una herida en El Pozo que aún tiene los oídos dañados. "Está esperando su segundo hijo, y van tirando para adelante, pero del tema no habla", reconoce. Algunos visitantes aseguraban que el asunto es "una horterada" y pedían "que se sepa toda la verdad de lo que pasó" de un modo críptico y de pasada. Pero la mayoría de los asistentes decían sentirse impresionados por el monumento. Dolores contaba, pañuelo en mano, que se encontró dentro con una abuela y su nieta de tres años, cuya madre murió en el atentado, una niña que bien podría llamarse Esperanza.

Vista nocturna del monumento en homenaje a las víctimas del 11-M, junto a la estación de Atocha.
Vista nocturna del monumento en homenaje a las víctimas del 11-M, junto a la estación de Atocha.GORKA LEJARCEGI
Un grupo de visitantes contempla el interior del monumento en homenajes a las víctimas del 11-M, inaugurado ayer por los Reyes.
Un grupo de visitantes contempla el interior del monumento en homenajes a las víctimas del 11-M, inaugurado ayer por los Reyes.GORKA LEJARCEGI
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