Jesulín puso cierto orden
De los siete toros que saltaron al ruedo, el sobrero fue el más toro de la corrida. Diríase que el único toro de la tarde. Ninguna gran cosa, pero lucía dos cuchillos por pitones que imponían respeto. Un contraste con las alcachofas en que se convirtieron al primer derrote los pitones de los cinco titulares que se jugaron. Ese toro sexto fue, además, el que mejor se arrancó al caballo. Derribó en la primera entrada, resuelta a la salida de un capotazo, al relance. Y se dejó pegar con cierto estilo en el grave puyazo que le recetó el picador de la puerta. Prometía el toro la emoción que no tuvieron ninguno de los ya jugados. Y allá que se fue Rivera con los palos para cumplir un tercio desigual en todo, en ejecución y colocación. Pero la gente, con terna tan mediática lo celebró a lo grande. Como celebró todo cuanto hicieron los toreros a lo largo de las dos horas y 40 minutos que duró la corrida.
Barral, Martelilla / Jesulín, El Cordobés, Rivera Ordóñez
Toros de María José Barral, devuelto el sexto por inválido saltó uno de Martelilla. Los titulares de poca presencia y muy blandos. El sobrero, serio, manejable sin clase. Jesulín: entera trasera y baja (oreja); tres pinchazos -aviso- y dos descabellos (silencio). El Cordobés: pinchazo y entera muy trasera (silencio); pinchazo y descabello (oreja). Rivera Ordóñez: media trasera (vuelta); pinchazo, media baja y dos descabellos (palmas). Plaza de Valencia, 11 de marzo. Tercera de Feria. Lleno de "no hay billetes". Se guardó un minuto de silencio por la muerte del picador Antonio Ladrón de Guevara
Cumplido ese tercio, Rivera buscó arrancar la oreja que ya llevaban ganada sus colegas. Utilizó recursos de todos los colores. Mas la faena ni tuvo gobierno ni guión. Fue de vueltas y revueltas. Movida y desajustada. Y a velocidad de AVE. Toro y torero parecían hablar distintos idiomas. Cada uno a su aire. Y a río revuelto, ganancia para un torero que perdió el trofeo por no matar ni a la primera ni a la segunda. Al menos hubo un toro. El único de la tarde. Algo es algo.
La corrida de Barral no tuvo presencia. Los tres primeros, sobre todo el tercero, no llegaban a los mínimos. Se colaron en lo que pretendía ser una fiesta. Pero no la hubo. Al menos no en la medida en que el público no habitual de ayer lo deseaba y pedía a voz en grito desde el tendido.
Festín sí que se dio El Cordobés en el quinto. Una bullanga sin solución de continuidad. Una pelea marrullera. Muletazos, ni uno. Pero una exposición de saltos de todo tipo; de la rana, del sapo, del canguro. Sólo faltó el del tigre que, por el momento, no parece de repertorio. Y la gente tan contenta. Antes de ese toro, El Cordobés mató en segundo lugar un inválido que anduvo más por el suelo que de pie.
Entre tanta algarabía, llegó Jesulín para poner cierto orden en el cuarto. El toro de mejor aire, aunque también cogido entre alfileres. Aplicó Jesulín terapia de temple. No lo forzó pero se impuso. Inteligente, se cosió el toro a la muleta por el pitón derecho. Labor muy profesional meditada y desarrollada en terrenos de toriles. Y de pocas concesiones. Nada que ver con lo visto antes y después. En su primero, el viento le obligó a tomar precauciones. Larga faena, asimismo elegida en zona de toriles, siempre apoyada por el tendido para lo bueno y para lo regular. Con el toro obediente a regañadientes y la faena muy vencida, Jesulín decidió buscar los efectos a través de rodillazos y desplantes.
El torillo que saltó en tercer lugar se desriñonó en una voltereta tras salir del segundo puyazo. Ahí se acabó la fiesta que preparó el tendido. Perdió varias veces las manos y Rivera amontonó sin orden muchos pases. Lo vulgar no quita lo voluntarioso.
Variedad
Esta Feria de Fallas tiene dos partes bien diferenciadas. Hasta el miércoles 14 hay una sucesión de toreros por merecer, aunque no todos justifican su nombre en los carteles. Sí los hay que pretenden ser le revelación: Fernando Cruz y Serranito, por ejemplo, y una larga representación de toreros locales que buscarán salir del anonimato. A partir del jueves 15, la cosa cambia. Y es precisamente ese día cuando aparece el cartel más rematado del abono: César Rincón, Enrique Ponce y El Cid. Un enfrentamiento directo entre tres gallitos. El resto de favoritos parece ir por libre. Así, ni El Juli ni Morante se miden con rivales del mismo nivel. Para los 30 puestos que ofrece la feria hay nada menos que 29 matadores. Sólo Enrique Ponce, por ser él quien es, hará doblete.
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