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Fracasa en Viena la negociación abierta entre Serbia y Kosovo

Las partes se comprometen a no recurrir a la violencia

Las negociaciones entre Serbia y Kosovo para determinar el futuro estatus del territorio concluyeron ayer en Viena sin acuerdo entre las posiciones irreconciliables de Belgrado y Pristina. Martti Ahtisaari, el mediador de Naciones Unidas, elevará a finales de mes al Consejo de Seguridad una propuesta apoyada por Kosovo, que ve en ella una ineludible independencia, y rechazada por Serbia, por considerar que viola su integridad territorial y su soberanía. En Viena, ambas partes se comprometieron a no recurrir a la violencia para resolver el diferendo.

Catorce meses de negociaciones sobre el futuro de Kosovo concluyeron ayer sin sorpresas y sin soluciones, pero con recriminaciones de todos contra todos. "No ha habido voluntad política de llegar a un acuerdo", señaló Ahtisaari. "No podía haber acuerdo porque Ahtisaari sólo ha hecho caso a una parte y desde el principio su objetivo era desintegrar Serbia", respondió el ministro serbio de Exteriores, Vuk Draskovic. "Belgrado continúa anclado en el pasado y en seguir dominando a Kosovo", apuntó el negociador kosovar Veton Surroi.

Ahtisaari elevará este mes al Consejo de Seguridad una propuesta apoyada por Pristina

Los presidentes y primeros ministros de Serbia y de Kosovo, al frente de nutridas delegaciones, protagonizaron un diálogo de sordos. Belgrado insiste en ofrecer a Kosovo la más amplia autonomía concebible y sólo pide el respeto de sus fronteras y a las minorías del territorio. Pristina no acepta nada que no sea la independencia pura y simple

Ambas partes consideran que, aunque el plan de Ahtisaari no usa la palabra independencia, no se trata de otra cosa. "Si la propuesta de Ahtisaari fuera aceptada por el Consejo de Seguridad, sería la primera vez en la historia contemporánea que se privaría a un país democrático y pacífico de un territorio para satisfacer las aspiraciones de un grupo étnico concreto que ya tiene su Estado-nación", subrayó Boris Tadic, el presidente serbio. "Yo no diría que vaya a contribuir a la reconciliación de la región el privar a un Estado de una parte de su territorio". Su primer ministro, Vojislav Kostunica, alertó de que "la independencia de Kosovo tendrá un gran impacto en muchos países" que padecen tensiones centrífugas.

"Kosovo tiene una determinación clara: independencia, soberanía, su reconocimiento como Estado y su integración en la familia de naciones", replicó el presidente kosovar, Fatmir Sejdiu. "Kosovo acepta al Representante Civil Internacional y a las fuerzas de la OTAN para acelerar el proceso".

El Representante Civil Internacional, que también lo será de la Unión Europea, deberá velar por el respeto en Kosovo de la letra y el espíritu del plan de Ahtisaari, que concibe una independencia tutelada del territorio y un amplio blindaje para la minoría serbia.

Kosovo, sometido al control de la ONU desde que en 1999 lo perdió Slobodan Milosevic, es la cuna histórica y cultural de la nación serbia. Belgrado mantiene que su independencia supondría no sólo una humillación histórica, sino la violación de la Carta de Naciones Unidas, que consagra la inviolabilidad de las fronteras. "La soberanía y la integridad territorial de Serbia no es negociable", insistió ayer repetidamente Tadic, quien, sin embargo, dejó claro que "Serbia no ha recurrido hasta ahora, ni recurrirá en el futuro, al uso de la fuerza". Surroi dijo alegrarse de esas palabras "porque Serbia no siempre ha actuado así".

Martti Ahtisaari (derecha) saluda al presidente de Kosovo, Fatmir Sejdiu.
Martti Ahtisaari (derecha) saluda al presidente de Kosovo, Fatmir Sejdiu.AP

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