El mando militar de EE UU en Irak dice que la fuerza no resuelve el conflicto
El general Petraeus aboga por una solución política que incluya a grupos de la insurgencia
El máximo responsable militar de EE UU en Irak, David Petraeus, reconoció ayer, en la primera rueda de prensa desde su nombramiento en febrero, que el conflicto en ese país no puede resolverse sólo mediante la fuerza militar y pidió un diálogo con algunas facciones de la insurgencia. Petraeus anticipó que la estancia de los 21.500 soldados enviados para reforzar el despliegue de Estados Unidos será más larga de lo previsto. Por otra parte, el Gobierno de George Bush parece finalmente dispuesto a mantener contactos bilaterales con Siria e Irán en la conferencia de este fin de semana en Bagdad.
Según Petraeus, el despliegue estadounidense actual (140.000 soldados) debería ser suficiente para establecer un control de la seguridad en las zonas más conflictivas, pero de sus palabras se deduce que la estabilidad sería precaria: "No hay una solución militar a un problema como éste en Irak, a la insurgencia. La acción militar es necesaria, pero no es suficiente", dijo en Bagdad en su primera valoración sobre el terreno.
Petraeus había estado destinado en Bagdad 17 meses antes de ascender al cargo de responsabilidad que ahora ocupa; después de inspeccionar la situación en la capital, Petraeus reconoció que se sintió "conmovido" por el cambio que han sufrido muchas zonas de esa ciudad: "Cuando me marché, muchos barrios no estaban desiertos como ahora". Con la operación de seguridad en Bagdad, Petraeus espera que "muchos iraquíes puedan regresar a sus casas, que las tiendas puedan abrir, que los mercados florezcan y que los niños puedan ir al colegio sin ser secuestrados".
Naciones Unidas estima que entre uno y dos millones de iraquíes se han desplazado a zonas más seguras del país y una cantidad similar se ha refugiado en países vecinos. El 10% de la población actual en Jordania corresponde a refugiados iraquíes.
Petraeus abogó también por el diálogo con facciones de la insurgencia dispuestas a la integración política, algo que, según él, sólo puede impulsar el primer ministro, Nuri al Maliki. El progreso político requiere "hablar con quienes sintieron que no había sitio para ellos en el nuevo Irak", dijo este militar, que anticipó más violencia a corto plazo, posiblemente con "ataques sensacionales" como los que se han cobrado 300 vidas en los últimos tres días.
El secretario de Defensa, Robert Gates, ha concedido a Petraeus el envío de 2.200 tropas adicionales para formar patrullas de policías militares en Bagdad. Gates y Petraeus creen que con esos soldados concluyen el aumento del despliegue, aunque el destino de los últimos en llegar se ampliará "bastante más allá del verano". El presidente Bush no dio un calendario de regreso cuando anunció el refuerzo "temporal" del despliegue con 21.500 soldados más.
Por otra parte, el Departamento de Estado parece dispuesto a un tímido cambio en su política hacia Irán y Siria, con la disposición a conversar bilateralmente con estos países durante la conferencia de seguridad que se celebra este fin de semana en Bagdad. Un alto cargo de ese Departamento, David Satterfield, dijo en Washington que "si se nos acercan los sirios o los iraníes mientras estamos tomándonos un zumo de naranja y quieren hablar de asuntos relacionados con la seguridad de Irak y de un futuro estable, seguro, pacífico y democrático en ese país, no nos vamos a dar la vuelta y a marcharnos". Un contacto de este tipo va mucho más allá de lo que el Gobierno de Bush se ha mostrado dispuesto a mantener en los últimos años.
Por otra parte, las fuerzas de seguridad iraquíes han reforzado su campaña contra la red terrorista Al Qaeda en la provincia septentrional de Saladino, después de que ese grupo se infiltrara en varias ciudades de la zona. La ofensiva, que ya dura casi un mes, se lanzó tras la supuesta llegada de numerosos miembros de Al Qaeda a la provincia, después de que fueran perseguidos y libraran enfrentamientos con clanes y grupos de la resistencia iraquí en Bagdad, y las provincias de Al Anbar y Diyala.
Mientras, el Ejército estadounidense anunció ayer que sus tropas habían matado a siete supuestos insurgentes, y arrestado a otros seis, en una operación contra Al Qaeda, en Mosul, a 400 kilómetros al norte de Bagdad. Según un comunicado del mando militar, los siete insurgentes fueron abatidos desde un helicóptero que participaba en una operación de apoyo a fuerzas terrestres. Los rebeldes se refugiaron en un edificio de la ciudad, desde donde respondieron al fuego del helicóptero hasta que fueron alcanzados y muertos.
Además, al menos cuatro policías murieron ayer y ocho civiles resultaron heridos por la explosión de un coche bomba conducido por un suicida que se empotró contra su patrulla, informaron fuentes policiales.
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