Árboles
El bosque no nos dejaba ver los árboles, ha sucedido una vez más. Según un estudio oficial, nos toca, si la memoria no me falla, a 106 árboles por cabeza. Que es bastante. En realidad, sólo nos superan en Europa Suecia y Finlandia, pero aquello es otra cosa, más territorio despoblado, o sea, que tienen más árboles y menos cabezas. Y nosotros que creíamos que lo de los bosques era otra cosa... porque aquí lo más que se ven son bosquetes o bosquecillos, pequeñas manchas arbóreas, tal vez (qué palabra tan bonita) arboretos. Pues no, hay que reconocer que estábamos equivocados, tenemos muchos árboles y nos tocan a 106 por vasco. Y eso nos llega, por ejemplo, para tener asegurado el papel higiénico de por vida. Que no es moco de pavo, puestos a mencionar secreciones. Y las cerillas: quiero decir, que también podemos tener aseguradas las cerillas, las brasas para los chuletones, las cuartillas para los millones de cartas de amor que escribimos (Maragall, como era catalán, las mandó para despedirse y se gastó una millonada), las ramas para las genealogías, los periódicos y los muebles. Vamos, que podemos presumir de una cabeza bien amueblada o per cápita en materia forestal. Claro, a condición de que sustituyamos los árboles que usemos o no pretendamos darnos un calentón pegándoles fuego a todos a la vez para darnos la gran sardinada, a falta de anchoas.
Pero es que además nos toca a bastante sombra por cabeza, o dicho de otro modo a sombra muy plural, de ahí lo de que quien a buen árbol se arrima... Tomemos el ejemplo de Jauregi, el ya ex candidato a la Diputación de Guipúzcoa por el PNV. Jauregi se arrimó al tronco de Egibar -todo un troncazo, colegas- y recibió la sombra que se merecía, una sombra prístina que le lavaba el patrimonio y la honorabilidad. Se los ha limpiado tanto que debería ser asignatura obligada en las facultades de Economía. Podríamos llamarla la Paradoja del Candidato. Y adquiriría, en su formulación positiva, un aspecto como el que sigue: dados unos ingresos 60.000, obtenga un patrimonio 1.000.000 sin forzar: a) la legalidad, b) las matemáticas. Quienes no lograran superar la prueba, se verían condenados a ser Madrazo, o sea a juntar, apilar, contar y recontar las viviendas de VPO para volver a deshacer la pila y empezar de nuevo. Eso sí, sin perder la sonrisa de hombre que sabe que ha llegado a donde se había prometido llegar, pese a tener que estar llorando por lo mal que le va a la vivienda protegida, sniff.
¿Y la sombra que se está buscando Otegi? La sombra de Zapatero es alargada y ahí se está buscando el sitio un Otegi que ha ido reduciendo su tamaño de mastín a ratonero para poder levantar la pata con más soltura. Ahora que su compañero de camada, Olano, podría estar haciendo lo contrario, hincharse de salchicha a rottweiler, y yo no sé si una sola sombra va a dar para tanto. Hombre, los de Batasuna parecen estar escenificando una vez más la del poli bueno y la del poli malo o, en versión txakurra, la de la dama y el vagabundo. Por eso tiene poco sentido hablar de la Batasuna de Olano como si representara las cavernas frente al aperturismo de Otegi, para intentar escenificar una suerte de dualidad en la que estaría llevando todas las de perder Olano, aunque sólo fuera, como se dice con tanta pomposidad como majadería, porque pertenece al pasado. Es pura táctica y es lo que toca de cara a las municipales, como toca que ETA no diga ni pum. Después ya veremos, Otegi tendrá que volver sobre sus palabras y sacar lo del precio político, porque sin precio, ¿qué sentido tiene quien lo pedía y, sobre todo, qué sentido tiene el proceso?, como bien señalaba Izpizua el otro día. Sí, el bosque anda bastante animado. Y no sólo por cuestión de sombras, porque ahí está esa de De Juana, que, después de estar chupando como una raíz, ha conseguido salirse por fin con la suya. Me apiadé de él, pero no tanto. Porque ha demostrado que basta con pegar fuego al bosque para conseguir lo que se quiera, o Rolex o setas. Y eso se paga.
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