La abogada de Ripoll fue estrangulada tras salir de fiesta con unas amigas
Estrangulada por su compañero sentimental. Así murió la abogada y ex juez sustituta de Ripoll María Concepción Huerta Casals, cuyo cadáver fue encontrado el pasado sábado en su domicilio, en la céntrica plaza de Sant Eudald de la localidad. Fuentes de la investigación confirmaron ayer las circunstancias del crimen, ya que en la vivienda no se encontraron restos de sangre ni ningún otro objeto susceptible de ser el arma homicida.
La hipótesis de que la muerte de Conxita -así la conocían todos- es un caso más de violencia doméstica tomó ayer más fuerza a la luz de los nuevos datos. Diversas fuentes confirmaron que la noche anterior al crimen, la mujer fue a cenar con unas amigas que, como ella, compartían la condición de divorciadas. Después salieron de fiesta. Conxita, de 48 años y madre de un chico de 18, propuso ir a tomar la última copa a su casa. Allí se encontraba Ferran Domingo P., su pareja y el hombre que presuntamente acabó con su vida.
Hacia las seis de la mañana, dos de las amigas -Jordina y Lourdes- se marcharon y dejaron a la pareja a solas en el domicilio. Un par de horas después, un vecino que se levantó temprano para ir a trabajar vio a Ferran "fumando" y "muy nervioso" en torno a la plaza de Sant Eudald.
Ferran -de 45 años, también separado y con dos hijos menores de edad- cogió su coche y recorrió los escasos cuatro kilómetros que hay hasta Campdevànol, el pueblo donde vivía junto a su madre y su hermana. Una vez en el garaje, decidió ahorcarse, confirmaron fuentes de la policía autonómica.
"Era un hombre muy celoso", explicó ayer la encargada de una pastelería de la plaza de Sant Eudald, que conocía bien a Conxita. "Ella tenía mucha personalidad y quería sacárselo de encima porque la cosa no había cuajado", reiteró. De acuerdo con el testimonio de algunos vecinos, Conxita y Ferran llevaban poco más de dos años de relación, pero en las últimas fechas ya no vivían juntos.
Los vecinos aseguraron que la pareja "discutía frecuentemente" y mantenía una relación de "amor y odio", y señalaron las diferencias entre ambos. Él, un trabajador subcontratado por Renfe "que iba de bar en bar". Ella, de clase social alta, era nieta del fundador de Talleres Casals, una importante empresa de Ripoll.
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