Un inspector y cinco policías nacionales de Elda declaran en el juzgado por presuntas torturas
El inspector jefe y cinco agentes de la Policía Nacional de Elda figuran como querellados por posibles delitos de detención ilegal, tortura, lesiones y falsificación de documento oficial en relación con el arresto del joven D.A.A. el 29 de junio de 2006, según la denuncia. El joven se querelló contra los agentes y ayer su abogado anunció que estos funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía deberán declarar en calidad de imputados mañana en el Juzgado de Instrucción número 3 de la localidad alicantina.
La subdelegada del Gobierno, Etelvina Andreu, dijo que ha ordenado una investigación, "procedimiento habitual", señaló, "en este tipo de casos" y que ello "no supone prejuzgar a nadie al existir la presunción de inocencia". Según la querella, los hechos ocurrieron la noche del 29 de junio del pasado año, cuando el joven fue detenido por haber realizado horas antes un gesto despectivo hacia un agente. Ese mismo día, el joven había sido absuelto de una denuncia anterior relacionada con daños a un vehículo, y en cuyo arresto, según se relata en la querella, participaron entonces tres de los policías ahora denunciados. Alrededor de las 22.00, sigue la querella, el policía al que le hizo el gesto y otros tres agentes más fueron a la vivienda de la novia del joven, donde ambos se encontraban.
"Le obligaron a bajarse los pantalones y los calzoncillos" según la versión del denunciante
Tras llamar al timbre del piso, el joven, D.A.A., abrió la puerta y, "sin mediar palabra", uno de los policías "le cogió del pelo, lo sacó de la casa hacia el rellano y los cuatro comenzaron a pegarle dándole puñetazos y patadas, y lo esposaron con las manos en la espalda". Le bajaron por las escaleras y, en el zaguán de la entrada, "lo llevaron a un rincón y comenzaron nuevamente a pegarle patadas y puñetazos". El abogado dijo ayer que "en ningún momento le dijeron por qué estaba detenido", un arresto que se prolongó por espacio de "alrededor de 12 horas". Lo introdujeron en un vehículo policial, y lo llevaron a la comisaría, mientras le golpeaban "repetidamente en el estómago". El agente al que esa mañana le había hecho el gesto despectivo le dijo que "ellos eran Dios y que si lo pillaba por la calle, lo mataba, lo enterraba y no lo encontraba nadie", agrega la querella. Una vez en comisaría, "le volvieron a golpear entre los cuatro, le obligaron a bajarse los pantalones y los calzoncillos, y a hacer sentadillas, obligándole a contar hasta veinte". A continuación, uno de los policías ahora imputados "le dijo que la próxima vez que pasara por la puerta de comisaría le tenía que besar los zapatos, obligándole a hacerlo en ese momento y cuando, ya presa del pánico, se disponía" a cumplir la orden, fue golpeado "con el pie en la cara". Posteriormente, le trasladaron hasta un centro sanitario para que fuera reconocido por un médico, si bien en el trayecto "le dijeron que si decía algo de lo que le habían hecho, le iban a dar más". Después de ser reconocido por un médico, le condujeron nuevamente hasta las instalaciones policiales y lo encerraron en el calabozo.
En la querella figura que el facultativo apreció "erosiones superficiales en tórax y molestias en ojo izquierdo", si bien califica este informe de "inexacto". El joven, que estuvo detenido "alrededor de 12 horas", según su letrado, acudió nuevamente el 1 de julio al servicio de Urgencias del centro sanitario por "los dolores que sufría". Este último parte médico, adjuntado a la querella, refleja "policontusiones en muñeca izquierda, región esternón, región lumbar derecha, con equimosis" y diversas "erosiones lineales", así como "equimosis orbitaria del ojo derecho" y dolores en huesos nasales.
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