Israel despliega 3.000 policías en la Explanada de las Mezquitas
Con menor intensidad que la semana pasada, la jornada de las plegarias musulmanas del viernes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén volvió a ser foco de tensión y enfrentamientos entre policías israelíes y palestinos. El balance, 15 detenidos en una zona adyacente a las mezquitas, en protestas por las obras en un acceso al tercer lugar más santo para el islam.
Las webcam israelíes que transmiten los trabajos y el anuncio de Turquía de enviar una delegación de expertos no evitaron un nuevo choque en Jerusalén Este, que alberga los lugares santos para cristianos, musulmanes y judíos. Con 3.000 agentes desplegados, ayer sólo acudieron unos 5.000 fieles al estar restringida la entrada en el recinto a los varones menores de 50 años y a las mujeres de menos de 40. "Unos 2.000 policías protegen los trabajos de restauración, más del número de soldados que el oficial israelí, Mota Gur, necesitó tras ocupar Jerusalén Este en la guerra del 67", destacaban ayer en el diario Haaretz.
El gran protagonista de las protestas fue una vez más el jeque Raed Salah, líder del Movimiento Islámico en Israel. Al escupir e insultar a un policía hace unos días, Salah tiene prohibido por un tribunal acercarse a 150 metros de la Explanada de las Mezquitas y por eso ayer convocó a centenares de seguidores en el barrio oriental de Wadi Joz, a 200 metros de las murallas de Jerusalén.
Una tercera Intifada
El llamado Jeque al Aqsa pidió "una tercera Intifada para salvar las mezquitas de la ocupación y saqueo de Israel", y en un sermón lleno de ira exclamó: "Los israelíes quieren construir su templo cuando nuestra sangre impregna sus ropas, sus puertas, su comida y su bebida: la historia israelí está bañada en nuestra sangre". Unas palabras que provocaron airadas reacciones en Israel y varios ministros, como el de Interior, Avi Dichter, han pedido al fiscal general, Many Mazuz, que investigue si el discurso de Salah contiene "elementos de incitación al odio, antisemitismo y a la violencia".
Mientras tanto, hoy se espera la llegada de la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, en una nueva visita que tiene como guinda la cumbre tripartita del lunes con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente palestino, Mahmud Abbas. "Cumbre de los desesperados", se podría titular una reunión sin muchas expectativas de éxito y en la que los tres buscan una tabla de salvación: Rice necesita algún tipo de avance en el proceso de paz para contrarrestar el fracaso en Irak; Olmert, un anuncio de vuelta a las negociaciones que le rescate del profundo pozo en las encuestas, y Abbas, medidas tangibles para el pueblo palestino y demostrar que sigue siendo el interlocutor válido tras el pacto de Gobierno con el grupo integrista Hamás.
Abbas es consciente, y así lo ha confesado a sus allegados, que el tipo de acuerdo alcanzado con Hamás ha decepcionado a EE UU.
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