Un toque retro para mostrar la pujanza de las mujeres iraníes

Las faldas de las dos mujeres sentadas sobre un sofá rosa chicle dejan ver sus pantorrillas. La fotografía en la que posan recuerda a las películas de los años cuarenta en technicolor. Frente a esta imagen, Anahita Ghabaian, dueña de la primera y única galería iraní que ha expuesto en Arco.

En el día en el que los visitantes no profesionales comenzaron a llenar los pasillos de la feria de arte contemporáneo, la galerista teheraní se reafirma en lo contenta que está por haber venido a Madrid. Otros compatriotas suyos ya habían mostrado sus creaciones en ediciones anteriores -el arquitecto Firouz Firouz diseñó un jardín en 2003 y la artista más conocida fuera de sus fronteras, Shirin Neshat, ha presentado sus proyectos-, pero ésta es la primera galería que ha exportado a Arco el país de los ayatolás.

Los siete artistas presentes en Silk Road son una muestra de la diversidad de estilos -vídeo, fotografía, pintura y escultura- y temáticas del arte contemporáneo persa. Y de la pujanza de sus mujeres. Malakeh Nayini es la responsable de Updating a family album, la obra en la que las dos señoras bien, que en realidad son su madre y su tía, muestran sus piernas. Nayini recuperó una antigua foto familiar para repintarla y darle un nuevo sentido. En una sociedad en la que las mujeres llevan casi treinta años cubriendo sus cabezas, sorprende una imagen que podría haberse tomado en el salón de dos neoyorquinas de mediados del siglo pasado. "Es que Irán era entonces así", comenta nostálgica la galerista. Al lado, cinco personas vestidas con camisetas blancas emulan en una serie de cinco fotografías La última cena de Leonardo da Vinci. En lugar de pan y vino, los iraníes comen, exprimen y se rocían de granadas.