Reivindicación del periodismo
John Pilger, un reportero incómodo y crítico, reúne en esta antología 21 grandes textos periodísticos unidos por un mismo concepto del oficio. Unos textos que ponen en evidencia la enorme capacidad de subversión del periodismo cuando capta correctamente el significado de los hechos.
¡BASTA DE MENTIRAS! El periodismo de investigación está cambiando el mundo
John Pilger
Traducción de Joan Solé
RBA. Barcelona, 2007
496 páginas. 24 euros
Cuando los periodistas "normalizan lo impensable para el público general" cometen uno de sus peores errores. Lo lamentable es que a menudo hacemos ese trabajo sin apenas saber hasta qué punto estamos en el borde de ese entramado propagandístico. Pero también es verdad que cuando un periodista es capaz de captar correctamente el significado de los hechos y trasladarlo a sus conciudadanos, entonces brilla como nunca su contribución al "noble empeño humano de no dejarse engañar".
Muchos se preguntan hoy día si el periodismo corre peligro de desaparecer. Si lo hace, es probable que no sea porque hayan cambiado sus soportes o porque triunfe internet, sino porque haya caído precisamente en manos de esa "normalización", de la propaganda y del espectáculo. Es posible que en medio de la gran crisis actual, que obliga a las grandes empresas de comunicación a cambiar su modelo de negocio, se produzcan grandes agujeros a través de los que, finalmente, esos poderes de la propaganda consigan su gran triunfo. Es posible que jamás el periodismo haya sido tan vulnerable a esa amenaza. Pero también es más evidente que nunca la capacidad de subversión y de resistencia del periodismo que predica lo contrario y que conserva el espíritu de desobediencia.
Esto es lo que piensa John Pilger y el motivo por el que ha elaborado esta magnífica antología de grandes trabajos periodísticos: como acicate para los profesionales, exigencia para los ciudadanos y, quizás, orgullosa reivindicación del oficio. Pilger es un periodista australiano famoso por sus feroces críticas a los que considera periodistas pusilánimes, un polemista de la escuela de Noam Chomsky que provoca ronchas en los medios tradicionales. Pero todo el mundo, incluso esos medios, reconoce que es un reportero excepcional, uno de los que denunció el apoyo encubierto y cínico que proporcionaron muchos gobiernos occidentales al régimen camboyano de Pol Pot.
¡Basta de mentiras! es en ese sentido una lectura energética y provechosa. Los 21 artículos que recoge coinciden en una cosa: predican la desobediencia, la lucha tenaz y desconfiada frente a todos los poderes. La primera divisa de todos ellos es, probablemente, la que le enseñó a Pilger la gran reportera norteamericana Martha Gellhorn: "Nunca creas a los gobiernos, a ninguno, ni una palabra de lo que digan, observa con desconfianza todo lo que hagan".
El subtítulo del libro puede resultar engañoso. El periodismo de investigación que está cambiando el mundo. Es cierto que algunos de los reportajes incluidos pertenecen a ese género, por ejemplo el excepcional trabajo del equipo Insight de The Sunday Times que consiguió que la empresa fabricante de la talidomida terminara por indemnizar correctamente a sus víctimas. Un trabajo fruto, dice Pilger, no sólo de la excelencia periodística sino, sobre todo, de la voluntad moral de los integrantes de aquel equipo, dispuestos a pasar por encima de la verdad legal. Años más tarde uno de ellos, Phillip Knightley, escribe: "En las facultades de periodismo se cita aquel escándalo como ejemplo del mejor periodismo combativo (...
) pero el caso habla también de los fracasos del periodismo. El director del equipo, Bruce Pagem, nos preguntó: "¿Qué excusas podemos ofrecer por habernos mantenido al margen de todo este maldito asunto hasta que prácticamente fue demasiado tarde?". Una pregunta que debería abrumar hoy a muchos periodistas respecto a Irak y Guantánamo.
Sin embargo, el subtítulo es en
gañoso porque buena parte del contenido de la antología no responde a trabajos de investigación, sino a lo que constituye la primera y más clásica raíz del periodismo: el puro testimonio (ir, ver y contar), algo que sigue conservando un impresionante valor subversivo. Brilla como un auténtico diamante el trabajo actual de la periodista israelí Amira Hass, empeñada en dejar testimonio directo de los terribles efectos de la política de su país entre la población palestina. (Algún día Israel reconocerá que Hass merece ser incluida en la lista de héroes judíos). Testimonios directos como el de la profesora Jo Wilding, testigo presencial del asedio de Faluya (Irak). Como el extraordinario de Wilfred Burchett en 1945, nada dispuesto a creer la verdad oficial según la cual, un mes después del bombardeo, en Hiroshima no pasaba nada. The New York Times tituló en primera: "Ninguna radioactividad en las ruinas de Hiroshima". Pero Burchett llegó a la ciudad y escribió en el Daily Express: "Martes, 16 de septiembre. Hiroshima. Escribo esto como advertencia para el mundo. Treinta días después de que la primera bomba atómica destruyera la ciudad, la gente sigue muriendo de modo misterioso y horrible, personas que no resultaron heridas por el cataclismo, debido a algo desconocido que sólo puedo describir como peste atómica".
A la edición española le faltan algunos de los reportajes de la edición norteamericana, por ejemplo, uno de Seumas Milne sobre la "guerra secreta" que desplegaron los servicios de inteligencia británicos contra el líder de la huelga minera Arthur Scargill.
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