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57º Festival de Berlín

La abuela que reina en el burdel

Una portentosa Marianne Faithfull provoca la primera gran ovación en la Berlinale

Elsa Fernández-Santos

Por fin llegó una gran ovación a la sección oficial de la Berlinale. Irina Palm, la película que protagoniza la cantante y actriz Marianne Faithfull, desbocó al público que abarrotaba la enorme sala de proyecciones del festival. Una historia trágica -una abuela coraje se pone a trabajar en un burdel para lograr el dinero que necesita para pagar el tratamiento médico que salvará la vida de su único nieto- pero escrita, dirigida y, sobre todo, interpretada con tanta sabiduría y talento que provocó verdaderos estallidos de risa y emoción. Desde luego, el asunto no tiene gracia, pero Marianne Faithfull desborda de personalidad y vida a esa abuela que se convierte en la reina del burdel gracias a sus prodigiosas manos, capaces de las mejores masturbaciones del Soho londinense.

Una tragicomedia con ecos almodovarianos que convierten a la vieja rockera en una actriz portentosa. Faithfull fue recibida ayer en la sala de prensa con los periodistas en pie, entregados a su pequeño cuerpo y a esa brutal energía que contagia una mujer que lo ha vivido todo, que lo conoce todo, que puede presumir de ser una verdadera superviviente y que, sin embargo, sólo destila humildad y agradecimiento.

A Faithfull le sienta bien Berlín, su voz rota parece hecha a medida para esta ciudad. La que fuera musa de los Rolling Stones, novia de Mick Jagger, amante de Keith Richards, la mujer que inspiró Wild horses, que fue una princesa vagabunda, desahuciada en las calles de Londres por la heroína y el alcohol, víctima de sus ganas locas de vivir ("no te puedes salir siempre con la tuya", le cantaba Jagger), es hoy una mujer capaz de transmitir la mayor verdad imaginable. Y en Irina Palm lo hace. Gorda y fea, acude cada tarde a ganar dinero para salvar a su nieto, y lo hace con tanto orgullo, con tanto amor, que lo increíble se hace realidad. Nada de visiones románticas de la prostitución. Faithfull recordaba ayer que algunas de sus mejores amigas fueron prostitutas y todas acabaron muertas. Ninguna de ellas, insistió la cantante, se vendía por gusto. El dinero y las drogas las engancharon a una vida que denigra y destruye a cualquier mujer, sin excepciones. Pero una madre y, por extensión, una abuela, haría cualquier cosa por salvar la vida de un hijo o de un nieto. Y de eso trata la película. Detrás de una pared y ante el agujero por el que se comunica con el sexo de sus clientes, la abuela -con su bata de faena y su gel para proteger sus suaves manos- se convierte en una diosa del lumpen.

Faithfull debutó en el cine en 1966 con un pequeño papel en la película de Godard Made in the USA. Eran los días luminosos de la preciosa niña que les volvía a todos locos. Cuatro décadas después, el director de Irina Palm, Sam Garbarski (un creativo de publicidad belga de origen alemán), leyó que Faithfull trabajaba en María Antonieta, de Sofia Coppola, y pensó que quizá le podría interesar el guión de su segunda película. El agente de la actriz tardó 24 horas en contestar. La historia les había atrapado. Después de un concierto en Bruselas, la cantante se citó con el director y decidió firmar el contrato. Faithfull explicaba ayer que recibe muchas ofertas pero que ya no tiene edad para hacer ni "mierda" ni "tonterías". Podría haber sido actriz, pero decidió ser cantante y no estudió interpretación. Ahora sólo actúa cuando está convencida de que ese trabajo le puede proporcionar unos meses de felicidad. No puede evitar sentirse como una intrusa ante la cámara; lo suyo es cantar. El 12 de marzo inicia su gira mundial en Budapest, luego sacará un nuevo disco. De momento, el cine queda aparcado.

Irina Palm robó todo el protagonismo a la argentina El otro, de Ariel Rotter, un filme más que interesante sobre un hombre en la cuarentena ante el vértigo de la paternidad. Sólo por las increíbles escenas del actor Julio Chávez junto a su padre enfermo, la película merece verse. La Berlinale llegó a su ecuador en una jornada en la que, en diferentes secciones paralelas, coincidieron Hal Hartley con Fay Grim, Antonio Banderas con El camino de los ingleses, Sienna Miller y Steve Buscemi con Interview, David Lynch con la versión remontada de In land empire, y la mítica Lauren Bacall, actriz secundaria en The walker, de Paul Schrader, que acudió a la rueda de prensa acompañada de su perrita Sophie.

Marianne Faithfull, ayer en la Berlinale.
Marianne Faithfull, ayer en la Berlinale.REUTERS

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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