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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Oprimidas por la talla

La inmensa mayoría de las mujeres ha vivido de la desagradable experiencia de ver cómo al probarse dos prendas de la misma talla, una se le cae y en la otra no entra. Particularmente descorazonador es para muchas chicas acudir a los probadores de las cadenas de ropa para adolescentes, pues en algunos casos podrán encontrar una talla 32 pero raramente una 42. El acuerdo firmado esta pasada semana por el Ministerio de Sanidad y los principales fabricantes de ropa pretende poner orden en el desbarajuste de las tallas. El ministerio realizará un estudio para poder establecer el perfil antropométrico de las mujeres españolas, pues es evidente que no sirve el mismo patronaje para las mujeres españolas que para las japonesas o las suecas.

El estudio para unificar las tallas forma parte de las medidas impulsadas por Sanidad para combatir la anorexia. Ésta era una de las principales recomendaciones que hizo la Comisión de Educación y Cultura del Senado ya en 1999. Entre otras medidas, el Senado recomendaba que las pasarelas de moda evitaran el desfile de modelos extremadamente delgadas y que se modificara el sistema de tallas de modo que las tiendas pudieran ofrecer una "variedad acorde con la población". Las recomendaciones de la comisión encontraron tanta resistencia que han tenido que esperar ocho años para comenzar a aplicarse.

Mientras tanto, el problema de la anorexia no ha hecho más que agravarse. Si en 1999 se estimaba que los trastornos alimentarios afectaban a un 1% de las jóvenes, ahora sabemos que afecta ya al 4% de las adolescentes y que el 20,6% de las chicas y el 8% de los chicos están en riesgo de enfermar. Los servicios de psiquiatría especializados advierten de que estamos asistiendo a una eclosión de un problema grave en el que intervienen tanto factores biológicos como culturales. No se nace con el trastorno, sino con una predisposición que derivará en trastorno si hay factores desencadenantes. Ante una determinada vulnerabilidad personal, la cultura de la delgadez extrema como ideal de perfección desencadena una alteración de la percepción del propio cuerpo que acaba comprometiendo la vida de las afectadas. De hecho, el 20% de las enfermas no se cura nunca y un 6% muere de esta enfermedad.

En la medida en que la moda y el comercio de ropa contribuyen a difundir esa cultura de la delgadez extrema, están contribuyendo también a la eclosión de los trastornos de la alimentación. Son sólo una parte del problema, pero una parte muy significativa, y por eso el ministerio ha puesto tanto empeño en evitar que desfilen modelos con peso inferior al mínimo saludable y ahora se propone unificar las tallas de acuerdo con la morfología real, no ideal, de las españolas.

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