Un abrazo para cambiar el mundo
Un australiano inventó los "Abrazos gratis". Su vídeo conquistó a 9,5 millones de personas
Astrid tiene una "mijilla de vergüenza". Es la primera vez que esta camarera de 21 años se planta en la calle con un cartel de "Abrazos gratis". Plaza de Castilla, domingo, seis de la tarde. A las 18.01 ya está achuchando a una perfecta desconocida. Astrid y otros ocho jóvenes con carteles (a los que no conocía anteayer) forman parte de un movimiento global que se repite en cientos de ciudades del mundo. Sólo en la web española (www.abrazosgratis.org) hay siete ciudades con foros de abrazadores.
Casi todos se enteraron del movimiento gracias a un vídeo de You Tube que muestra a un hombre alto regalando abrazos en el centro de Sidney. En los cuatro meses que lleva colgado, ha tenido más de 9,5 millones de visitas. Es el décimo vídeo más visto de toda la historia de You Tube. Una conquista del mundo virtual que tiene un origen mucho más modesto.
El protagonista es Juan Mann, un seudónimo que en inglés se pronuncia one man, un hombre. "Quién soy y a qué me dedico no tiene importancia", dice este residente en Sidney (Australia) de 24 años por correo electrónico. "Soy simplemente un hombre que quiere cambiar un poco el mundo". En 2004, Mann, que vivía en Londres, volvió a casa. Sus padres se habían divorciado, había roto con su prometida y su abuela estaba enferma. Nadie fue a buscarle al aeropuerto. Para enfrentarse a su soledad se echó a la calle con el cartel de marras. La experiencia fue tan terapéutica que repitió cada jueves frente al mismo centro comercial, con su coleta y su levita de terciopelo rojo, convirtiéndose en una estrella de los medios locales.
También hizo amigos, como Shimon Moore, un músico que trabajaba como hombre anuncio en la misma acera y que le grabó durante meses dando abrazos y recogiendo firmas (10.000) cuando las autoridades le prohibieron abrazar porque podía herir a alguien.
Moore fue a buscar fortuna en Los Ángeles con su grupo de rock Sick Puppies. Dos años después recibió una llamada de su amigo abrazador. Había muerto su abuela, tenía que cuidar de su abuelo ciego y estaba hecho polvo. Para animarle, el músico editó 3.39 minutos de sus vídeos. Puso una canción suya de fondo y se lo envió con el mensaje: "Éste eres tú". De paso, lo colgó en You Tube. A partir de ahí fue imparable. Los abrazos llegaron al programa de Oprah Winfrey y a las calles, de Taiwán a Lima. El movimiento se hizo global. Hoy, cientos de foros en todo el mundo organizan quedadas como la de ayer en Plaza de Castilla. Han surgido espontáneamente y la mayoría se autogestionan vendiendo camisetas. "Ver cómo un mensaje tan simple de esperanza, humor y buena voluntad es replicado internacionalmente vale la pena", dice Mann.
El australiano prepara un par de campañas online "que ponen en contacto a individuos para que se ayuden, sin intermediarios". Para recaudar fondos se subasta a sí mismo en eBay. El ganador dispondrá de él una semana para que abrace a sus amigos y familiares. La puja va por 670 dólares (518 euros).
No le falta sentido del humor. "No hay que aprovechar para pedir números de teléfono ni citas y conviene usar desodorante", dice Mann. En su discurso hay tópico ñoño: "Recibes lo que das", "una sola persona te cambia la vida"... Pero en la fría tarde de domingo en Plaza de Castilla los clichés se convierten en algo que se puede tocar. Belén, traductora de 32 años, lleva 15 quedadas: "Hay gente que llora o te cuenta sus problemas, señoras que te quieren dar 'unas moneditas' por alegrarles el día; otros pasan de ti o te sacan fotos, pero casi todos sonríen... en una gran ciudad, tan anónima, se agradece un poco de cariño".
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