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Reportaje:

Cultura, a golpe de talonario

La contención de gastos culturales choca con la denuncia de Luigi Settembrini y con los costes del Palau de les Arts

Ferran Bono

Las tres ediciones de la Bienal de Valencia han sido un rotundo éxito, según los distintos balances de sus responsables. Han sido tan existosas que todo ha cambiado para la próxima edición de marzo, desde el modelo hasta el director, Luigi Settembrini. La Consejería de Cultura ha ido arrinconando al experto italiano en mercadotecnia hasta que éste ha decidido denunciarla. Su empresa Cultural Engineering Limited reclama un millón de euros por incumplimiento de contrato.

Irene Papas no ha denunciado a nadie, pero podría pedir los honorarios que, según estima, ha dejado de percibir antes de la supresión de su antiguo cargo de directora artística de la Fundación de las Artes Escénicas de Sagunto al pasar a ser competencia de Teatres. Además, fuentes próximas a la actriz griega recuerdan que también compró con su dinero los derechos de 100 años de soledad para su adaptación teatral por encargo de Cultura.

La dirección escénica de la Fura del Baus para el 'Anillo' de Wagner cuesta 581.000 euros

Settembrini y Papas son los rostros que han simbolizado la política cultural de la Generalitat hasta 2004 desarrollada por Consuelo Ciscar como secretaria autonómica. Una etapa caracterizada por los "fastos", "el despilfarro" y la "política cultural de escaparate", según las críticas reiteradas de sectores profesionales; y por la puesta en valor de Valencia en el plano artístico nacional e internacional, según el discurso oficial. El gasto del Consorci de Museus, dirigido por Ciscar, se disparó de tal modo que se estableció un plan de pago escalonado para enjugar las deudas del organismo, que ascendían a más 14 millones de euros, según fuentes de la propia consejería.

El presidente del Consell, Francisco Camps, mandó a sus consejeros de Cultura (primero Esteban González Pons y ahora Alejandro Font de Mora) cambiar la línea y contener el gasto. González Pons llegó a justificar el aplazamiento de la ampliación del IVAM porque la prioridad era "construir colegios". Ciscar fue enviada a la dirección del IVAM y Concha Gómez la sustituyó posteriormente.

Las cosas han cambiado. Ahora, toda la prioridad en materia cultural es la ópera, el Palau de les Arts, que depende de varias consejerías. Por lo visto, el criterio de contención de gasto no es aplicable a este hito arquitectónico que debe ser el nuevo faro de Valencia, sin restar luz al ágora en construcción y a los futuros rascacielos de Calatrava, cuyo diseño la Generalitat ha adquirido.

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El edificio y su maquinaria escénica ya costaban 332 millones de euros a fines de 2005, según la Sindicatura de Comptes. El triple que el Liceu de Barcelona y 50 millones más que una de las últimas sensaciones de la arquitectura mundial, el estadio de Múnich, de Herzog y De Meuron. Y el Palau sigue en obras, lo que incrementará su coste hasta una cifra imposible de predecir, dados los cambios de proyecto y las correcciones acústicas. El arquitecto, Santiago Calatrava, y el Consell se pasan la pelota sobre la responsabilidad. La avería del escenario será reparada y asumida por una de las empresas adjudicatarias.

La apuesta es introducir rápidamente el Palau (de una ciudad sin tradición) en la primera división de la ópera mundial a golpe de talonario. Esto se refleja en la contratación de dos de los directores más cotizados del mundo, Lorin Maazel y Zubin Mehta, y en su programación. Por ejemplo, el Palau ha firmado un contrato con la Fura dels Baus para la dirección escénica de la tetralogía de El anillo de los Nibelungos, que asciende a 581.300 euros. Al ser una coproducción, el Palau desembolsará unos 317.000 euros por cuatro óperas, mientras el Liceu o el Teatro Real de Madrid destinan 369.000 euros en el capítulo de dirección escénica pero para toda la temporada, que incluye entre 11 y 13 óperas.

Concha Gómez ha sido la encargada de lidiar ante los medios de comunicación con los graves problemas de acústica del auditorio del Palau. Sin embargo, la relación de la secretaria autonómica de Cultura con la intendente del Palau, Helga Schmidt, no es fluida. Tampoco lo ha sido nunca la relación entre ésta e Inmaculada Tomás, directora del Institut Valencià de la Música, del que depende el Cor de la Generalitat. El conjunto vocal, que desarrolla su actividad principalmente en la ópera, ha amenazado con hacer huelga si no se mejoran sus condiciones. El principal respaldo de Schmidt es el presidente de la Generalitat, Francisco Camps.

Gómez ha participado en las negociaciones con el Cor y con Settembrini. La secretaria asegura que el italiano no presentó un proyecto, "sino cuatro folios", y que el "juez dirá quién tiene la razón". Settembrini ha anunciado que esta semana estará en Valencia para explicarse. Dice estar "disgustado" por la situación y reitera que no es un "aprovechado".

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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