Pasión por el juego
Óscar Jaenada protagoniza 'La vida abismal', de Ventura Pons, sobre el libro de Ferran Torrent
Para el realizador catalán Ventura Pons, hablar de la relación entre el cine y la literatura es ya un tópico. Gran aficionado a las letras, el cineasta se ha convertido en un experto en adaptar novelas para la pantalla. La misma fuente ha escogido para abordar su decimoctavo filme, La vida abismal, a partir de la novela La vida en el abismo, con la que el valenciano Ferran Torrent fue finalista del Planeta en 2004. El actor Óscar Jaenada encarna al Chino, un joven desarraigado que siente auténtica pasión por el juego y por las situaciones límite. Hasta el punto de encontrarle placer a la ruleta rusa.
Pons estaba empezando a escribir el guión cuando conoció a Jaenada en el festival de San Sebastián. Se acababa de exhibir Camarón, la película que daría al actor el pasaporte hacia su primer premio Goya, y el cineasta se quedó prendado de su trabajo. "Llevo muchos años de oficio, hace 40 que empecé en el teatro y 30 en el cine. Y sé reconocer a un actor de raza". Para el otro personaje protagonista escogió a un debutante, José Sospedra. "Sólo tenía 18 años cuando rodamos, acaba de cumplir 19. Se ha corrido la voz y ahora no para de recibir ofertas. Hoy está rodando", explicó ayer el director, justificando la ausencia de Sospedra en la presentación de la película en Barcelona.
El filme se rodó casi íntegramente en esta ciudad, pero en realidad la historia ocurre en otra parte. En la Valencia de la década de 1970, con el franquismo aún tiñendo de gris el devenir cotidiano, un joven desorientado (Sospedra) pasa el tiempo con trabajos ocasionales mientras intenta aclarar qué quiere hacer con su vida. Y entonces su existencia se agita de arriba abajo con la aparición del Chino, que le enseñará el placer del riesgo, de la aventura y se convertirá en el guía de su viaje de iniciación. El Chino es un jugador excepcional que goza del juego en sí mismo, más allá del resultado. Jaenada sabía muy poco del mundo de las cartas, pero gracias a la ayuda de un profesional aprendió a manejarlas con la soltura de un mago.
Pons, cuyo cine "siempre mira hacia delante", firma aquí su primer filme "de época". En esta ocasión le apetecía "mirar atrás, sin nostalgia, con ironía y ternura". Pons cuidó con especial esmero la recreación de ambientes y la fidelidad a las escenas clave para la película como las partidas de cartas, en las que tomaron parte jugadores profesionales.
La vida abismal supone otra novedad en su filmografía, en este caso una innovación técnica. Está grabada con cámara digital de alta definición, todo un descubrimiento para el cineasta. "Es el futuro. La película está contada con varios flash-backs y habría sido muy costoso hacerlo en cine. Aunque a todos nos resultó complejo adaptarnos, nos ha facilitado mucho el montaje", afirma. Y asegura que no volverá a rodar en 35 milímetros. Porque Pons, que siempre tiene un proyecto en marcha y tiene un ritmo de producción de una película al año, ya está a punto de volver a gritar "¡acción!". Será el 19 de marzo, en un proyecto del que prefiere no hablar para evitar gafes.
Babelia
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