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El cardenal Martini dice que la renuncia al encarnizamiento terapéutico no es eutanasia

El jesuita pide a la Iglesia un debate tras el caso de Welby, al que se negó un funeral católico

Enric González

El cardenal Carlo Maria Martini, una de las figuras más prestigiosas del clero católico, propuso el domingo a la Iglesia una reflexión profunda sobre las diferencias entre la eutanasia y el rechazo del encarnizamiento terapéutico. Martini animó el debate suscitado por el caso de Piergiorgio Welby, un enfermo de distrofia muscular que durante meses reclamó la legalización de la eutanasia y falleció el 20 de diciembre, poco después de que un médico voluntario desconectara su respirador artificial. El cardenal arzobispo de Roma, Camillo Ruini, impidió que Welby recibiera un funeral católico, y ayer reafirmó su decisión: "Una ceremonia católica habría legitimado una actitud contraria a la ley de Dios", dijo.

En el cardenal Martini, jesuita, se reconocen los sectores más "reformistas" del catolicismo. Fue la figura en torno a la que, durante el cónclave del pasado año, se articuló la minoritaria oposición a Joseph Ratzinger, pese a que ni su edad (está a punto de cumplir 80 años, como el propio Ratzinger) ni su salud (sufre la enfermedad de Parkinson) le permitían aspirar al papado. El domingo, en un artículo publicado por el diario económico Il Sole-24 ore, se adentró en uno de los asuntos que más inquietan al Vaticano: la eutanasia. Rechazó de entrada la eutanasia, pero subrayó que los avances científicos creaban una amplia zona gris y exigían a la iglesia "una atenta consideración, incluso pastoral".

"La creciente capacidad terapéutica de la medicina", escribió el cardenal, "permite prolongar la vida en condiciones que hasta ahora resultaban impensables. El progreso médico es sin duda positivo. Pero, al mismo tiempo, las nuevas tecnologías exigen un suplemento de sabiduría para no mantener los tratamientos cuando dejan de reportar beneficio a la persona". Para Martini, las diferencias entre la eutanasia y el rechazo del encarnizamiento terapéutico resultaban claras, y aparecían en el propio catecismo: "No se quiere procurar la muerte, pero se acepta el no poder impedirla", citó. El cardenal emérito de Milán se mostró favorable a la ley aprobada por Francia en 2005, sobre los derechos del enfermo terminal, y la definió como "un instrumento capaz de suscitar consenso en una sociedad pluralista". La ley francesa da validez al "testamento biológico" y crea el derecho de los enfermos terminales a suspender el tratamiento médico.

La respuesta a Martini no se hizo esperar. El cardenal Camillo Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y vicario del Papa como arzobispo de Roma, reiteró ante la asamblea permanente de los obispos el "rechazo absoluto" a la eutanasia, "sean cuales sean los motivos y medios para obtenerla". "La renuncia al encarnizamiento terapéutico no puede llegar al punto de legitimar formas más o menos enmascaradas de eutanasia", dijo, ni confundirse "con el abandono terapéutico que priva al paciente del necesario apoyo vital". Además, se opuso a la propuesta de una ley: "Es norma de sabiduría no aspirar a que todo sea previsto y regulado por la ley", afirmó.

Ruini prohibió el mes pasado que Piergiorgio Welby, un enfermo terminal que durante meses reclamó el derecho a la eutanasia, recibiera un funeral católico. Muchos católicos se escandalizaron, incluyendo a Alessandro Magiolini, obispo emérito de Como. Las exequias ya no se niegan a los suicidas, y extrañó que le fueran negadas a Welby, cuya muerte no fue considerada eutanasia por la Fiscalía de Roma. Ruini explicó ayer su "dolorosa decisión", basada "en el hecho de que el difunto, hasta el fin, perseveró lúcida y conscientemente en la voluntad de poner fin a su propia vida: en esas condiciones", explicó, "una decisión diferente habría resultado imposible y contradictoria para la iglesia, porque habría legitimado una actitud contraria a la ley de Dios".

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