La pasarela
No pongo en duda la buena voluntad del diseñador catalán Antoni Miró al haber sacado a desfilar a un grupo de "sin papeles" subsaharianos en la pasarela de Barcelona -sobre todo cuando dice que les dio trabajo y les pagó- en medio de una decoración de cayucos y arena, ante lo que una organización de Senegal ha elevado su protesta diciendo que la fiesta está reñida con los cayucos.
Lo que me sorprende es que la sensibilidad de un artista no haya detectado que el glamour de las pasarelas es diametralmente opuesto al dramatismo que viven las personas que se ven abocadas a realizar en cayuco la travesía entre su infierno particular y la tierra europea de promisión.
Hay cosas en esta vida que no se pueden trivializar, ni sacar de contexto, sin herir sensibilidades, ni siquiera bajo el prisma de un pretendido arte.
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