El 'talibán de Bremen', amenaza para el ministro de Exteriores alemán
El caso del ciudadano turco nacido en Alemania Murat Kurnaz, de 24 años, preso de forma ilegal en Guantánamo durante más de cuatro años y presuntamente torturado por soldados alemanes en Afganistán, puede costarle caro al ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier (SPD).
La comisión del Parlamento Federal (Bundestag) que investiga el caso ha encontrado pruebas de que durante el anterior Gobierno de coalición entre el SPD y Los Verdes, Steinmeier, jefe de la Cancillería bajo Gerhard Schröder, y los que entonces estaban al frente de los servicios secretos alemanes, urdieron toda clase de triquiñuelas para evitar el retorno a Alemania del llamado talibán de Bremen, al que Estados Unidos consideró ya en 2002 inocente de toda sospecha de terrorismo. La prensa alemana considera que incluso podría peligrar la permanencia en el cargo de Steinmeier, si se llegase a confirmar su implicación en el caso.
Kurnaz es uno de muchos jóvenes turcos nacidos en Alemania que no tienen ya casi ninguna relación con su nacionalidad. Con 19 años salió para Afganistán en busca de las raíces de su fe islámica. Se produjeron los atentados del 11 de septiembre y Kurnaz se encontró en el lugar y momento menos adecuados. Policías afganos lo entregaron a las tropas de EE UU. No tardaron en trasladarlo a Guantánamo como sospechoso de terrorismo. Antes, asegura Kurnaz que tropas especiales del Ejército alemán le interrogaron y sometieron a toda clase de malos tratos.
Abandonado en Guantánamo
En Guantánamo y tras sufrir torturas, los estadounidenses constataron que Kurnaz era un pobre diablo, que ni siquiera servía para utilizarlo como posible infiltrado entre círculos islamistas para reunir información. Así lo comunicaron a las autoridades alemanas.
Para desgracia de Kurnaz, la comisión de jefes de los servicios secretos, que en la Cancillería de Berlín presidía el coordinador de los mismos y hoy ministro de Exteriores Steinmeier, llegó a la conclusión de que no interesaba el retorno de Kurnaz a Alemania.
Con toda clase de trucos, se pusieron manos a la obra para dejar a Kurnaz abandonado a su suerte en Guantánamo: ignoraron los llamamientos de los familiares y las cartas de sus abogados; alegaron que era un caso de Turquía, ya que Kurnaz no tenía pasaporte alemán; sacaron a relucir que el permiso de residencia del joven turco-alemán estaba caducado por no haber sido renovado de forma preceptiva en seis meses, e incluso le intentaron construir una vinculación terrorista falsa.
Con motivo de una visita del canciller Schröder a Washington, se ocuparon de que no plantease el caso al presidente Bush. Con el cambio de Gobierno, la situación dio un giro. La canciller Merkel, en un viaje a EE UU, se hizo eco de las peticiones de la familia de Kurnaz y habló del caso a Bush. Poco después, Kurnaz regresaba a Alemania. Ahora, el Bundestag investiga lo ocurrido y la implicación de Steinmeier, del que ya piden su dimisión.
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