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Reportaje:

Hartos de antenas

Vecinos de Retiro protestan en un pasacalles contra la instalación de un dispositivo de telefonía móvil en su edificio

Pilar Álvarez

Pilar García, de 69 años, ve la antena de telefonía móvil desde todas las ventanas de su casa, el último piso de la calle de Cavanilles, 40 (Retiro). "Me siento como si tuviera un microondas de 4.000 kilos encima de la cabeza", asegura. "No tengo tanta energía como antes, pero no me rindo". Junto a cuatro vecinos de su bloque y siete miembros de la asociación Los Pinos del Retiro Sur, Pilar protestó ayer en el barrio contra el dispositivo de Vodafone, que les tiene en pie de guerra desde hace dos años.

En junio de 2005 impidieron el primer intento de colocar la antena en la azotea del edificio. El pasado octubre, los técnicos, con el apoyo del Cuerpo Nacional de Policía, consiguieron colocar parte del armazón. La antena aún no funciona, pero los vecinos se quejan porque dicen que en un radio de 500 metros se concentran 28 antenas más y cerca hay un colegio y una guardería.

"¡No se acerque, señora, que se le fríen las neuronas!", dice un manifestante

Los más jóvenes de la comitiva se enfundaron ayer un mono blanco para emular a una patrulla de medidores de radiaciones. Los mayores repartían octavillas informativas. "¡No se acerque, señora, cuidado, que se le pueden freír las neuronas!", gritaba uno de los manifestantes a una mujer que paseaba con sus hijos. En su mano llevaba una antena de dos metros hecha con tubos y papel de aluminio. Muchos la confundían con una cruz de Caravaca. "¡No somos una secta. Cojan un folleto sin miedo!", le dijo el inspector a otro grupo, mientras un compañero simulaba medir las radiaciones con un trozo de pan enganchado a un cable. "En una mano lleva el móvil y con la otra protesta, ¡qué demagogia!", replicó una vecina con un carrito.

Las quejas de las 11 familias del bloque de Cavanilles comenzaron en 2005, después de que Vodafone llegara a un acuerdo económico con el propietario del edificio. "Como los pisos no son suyos, nadie les ha pedido permiso para colocarla, y eso no es justo", explica Alfredo Ramos, de la asociación Los Pinos del Retiro Sur.

"Deberían tener en cuenta el principio de precaución y no colocar más antenas hasta que se demuestre que no son peligrosas", añade.

La compañía alegó en octubre que las emisiones electromagnéticas emitidas en Madrid están "200 veces por debajo" de las cifras máximas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). A los vecinos no les convence. Desde que empezó su lucha, han recogido firmas y han protagonizado caceroladas nocturnas. Tres de ellos acabaron detenidos hace tres meses por intentar frenar la instalación.

Los manifestantes llenaron ayer dos escaparates de tiendas de móviles con carteles: "Por la salud del barrio". Los vendedores avisaron a la Policía Municipal. "Es que nos han colocado una antena encima de casa y eso puede ser cancerígeno", le explicó Pilar a un agente.

El recorrido terminó en el bar del edificio de la antena. El próximo domingo han convocado un nuevo pasacalles. "No pararemos hasta que la quiten", advierten.

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Sobre la firma

Pilar Álvarez
Es jefa de Última Hora de EL PAÍS. Ha sido la primera corresponsal de género del periódico. Está especializada en temas sociales y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en este diario. Antes trabajó en Efe, Cadena Ser, Onda Cero y el diario La Opinión. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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