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El Arco Mediterráneo pierde gas

La disparidad demográfica, la caída del PIB y la baja inversión en I+D+i debilitan su posición

Miquel Alberola

En muchos discursos, el Arco Mediterráneo (un continuo territorial entre Girona y Cádiz) continúa siendo el espacio de referencia económica para España y el sur de Europa. Así fue en los años ochenta y parte de los noventa, en que su posición de privilegio se fundamentaba en la relación de su escasa superficie disponible (17,9% de España), la elevada densidad poblacional (33,35%) la proporción del Producto Interior Bruto (37,5%) y la intensa actividad exportadora (47%).

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El futuro podía incrementar su potencia siempre que el Arco se manifestara como una entidad coordinada en su estrategia territorial, sus infraestructuras, su urbanismo y su especialización económica. Sin embargo, de acuerdo con algunos indicadores básicos, el comportamiento de este espacio no ha seguido la evolución prevista y los datos certifican su pérdida de pujanza frente a otros territorios. Es la conclusión del informe El espacio social mediterráneo, elaborado por el sociólogo José Miguel Iribas para el Congreso de Infraestructuras Terrestres del Arco Mediterráneo.

Diversos factores pueden haber contribuido a esta situación. Uno de ellos es el declive demográfico y económico de Barcelona, que ha privado al Arco de una cabecera capaz de impulsar crecimientos de población y renta comparables a los que se han registrado en otros territorios españoles. Las subcabeceras regionales y provinciales, pese a su dinamismo, no han podido suplir la falta de empuje de la cabecera.

Otro factor es "la evidente falta de cohesión interna" entre los distintos espacios autonómicos que componen el Arco. Ello es consecuencia de la "muy diversa percepción política, social, cultural y económica que tienen sus gobernantes e incluso sus ciudadanos de las realidades propias y ajenas". El diferente ritmo de crecimiento demográfico en los distintos territorios abona, según el sociólogo, la tesis de "la escasa compatibilidad de políticas comunes".

Asimismo, excepciones al margen, el "aparatoso e irremediable declive de una buena parte del soporte industrial tradicional" de las regiones más industrializadas y ricas del espacio "ha sobrevenido antes de que se procediera a una transformación y modernización de sus estructuras productivas". La terciarización del Arco avanza a mucho menor ritmo que en Madrid. Tampoco sus datos en I+D+i pueden compararse a los de Madrid, el País Vasco, Navarra o La Rioja.

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Respecto a la evolución demográfica, el crecimiento de Cataluña entre 1981 y 1991 (17,44%), pese a superar levemente la media española (17,03%), se sitúa claramente "por debajo del valenciano [28,67] y, todavía más, del murciano [39,80%] y el del Mediterráneo andaluz [21,87%]". Asimismo, mientras que Madrid ha crecido en los últimos 25 años casi 1.300.000 habitantes, toda Cataluña lo ha hecho en un millón. Pero además, Madrid ha generado crecimientos en las provincias limítrofes (Guadalajara, Toledo y Cuenca), por lo que el aumento real se situaría en 200.000 habitantes más.

En el mismo período, las provincias del Arco con crecimientos relativos proporcionalmente mayores son las situadas en el tramo sureste, entre Alicante (16,2%) y Málaga. Por el contrario, las provincias con menor empuje demográfico han sido las de Valencia (3,6%) y Barcelona (1,6%), "que es la que arroja un crecimiento relativo de menor importancia".

En cuanto al Producto Interior Bruto per cápita, el crecimiento de Navarra y el País Vasco entre 1999 y 2004 es el más consistente, en contraste con el de Cataluña, porcentualmente menor al de todas las comunidades que superan al promedio de España. Madrid ha ampliado su ventaja en términos absolutos respecto a todas las comunidades, excepto Navarra y el País Vasco, y la cifra de las demás regiones del Arco se sitúa por debajo de la media española y, salvo Murcia, han experimentado crecimientos por debajo del promedio nacional. De seguir la tendencia, Cataluña se verá superada por Aragón en 2007 y por La Rioja en 2009.

En la misma línea apuntan las magnitudes de la inversión total I+D+i en la Administración y las empresas en datos de 2004. Madrid, con 340 millones de euros per cápita, supera de manera muy destacada a Cataluña, cuya inversión (228) es claramente inferior a la del País Vasco (304) y Navarra (303). La Comunidad Valenciana aparece "muy por debajo" (72), y "lidera" el conjunto de comunidades "muy alejadas del promedio europeo". El informe incide en que muchas de las comunidades del Arco tendrán dificultades para competir en las actividades ligadas al terciario avanzado y a la sociedad del conocimiento.

Madrid le da la vuelta al calcetín

Hace poco más de dos décadas, ante la proclamación del nuevo Estado autonómico, la capital de España tenía todos los números para convertirse en la mayor damnificada de la operación. Frente a un Madrid anquilosado en la estructura administrativa de la dictadura, la acentuada personalidad de Cataluña, con un comportamiento económico desbordante, trazaba un futuro ascendente para Barcelona. La ciudad condal era la indiscutible capital económica y cultural de España, sin embargo, 25 años después, Madrid se ha configurado como "el centro real de todas las actividades significativas". "La implacable reacción del centralismo económico", según el autor del estudio, está contribuyendo a reconfigurar un nuevo mapa español en el que los ejes tradicionales empiezan a presentar "algunas grietas" y dejan paso a una nueva realidad: los cuadrantes. José Miguel Iribas plantea que un país no se configura a partir de unos ejes principales aislados entre sí, sino mediante redes que conectan dichos ejes, es decir cuadrantes. Madrid se encuentra muy cómodo en el nuevo mapa, con el declive del tramo norte del Arco Mediterráneo y los incrementos de población del tramo sur, con la solidez de Navarra y La Rioja unida a la potencia del País Vasco mientras la cornisa cantábrica se hunde, con la emergencia de Zaragoza como centro logístico clave del cuadrante Noreste y el aumento de población y actividad de Castilla-La Mancha, en el que Albacete, equidistante de la capital de España y Valencia y ensartado en la alta velocidad ferroviaria, puede convertirse en "la ciudad más potente de España". En ese sentido, el informe señala que el verdadero valor como territorio decisivo para la economía española del Arco "sólo se alcanzará si se amplía a los centros más activos de la península a través de Zaragoza y Albacete".

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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