Yo tufo

La parodia tiene un peligro: quedarse más corta que lo parodiado. Es lo que le sucedió el jueves al nuevo mini-espacio de Buenafuente (Antena 3) titulado Yo tufo, que trata de burlarse de los vídeos y similares divulgados por la gente a través de YouTube. La verdad, he visto cosas más estrambóticas y divertidas, mejor colgadas, que los rockeros ancianos o el fumador perseguido de Yo tufo. ¿Y sigue siendo necesario imitar a Lauren Postigo? Eso sí que atufa.

Entre los malos olores de esa velada, ninguno más fétido que la frase de Mariano Rajoy reproducida por Ricardo Castella en Noche Hache (Cuatro): Zapatero es peor que Stalin. Lo curioso es que esta frase no fue de inmediato rectificada por Rajoy como un lapsus linguae (lingue viperine, of course), ni llegó al programa de Eva Hache porque alguien la hubiera grabado clandestinamente con su móvil, que es lo que se estila ahora que la privacidad de los presidentes se ha adueñado del share televisivo: cuelguen de una soga o cometan un error de palabra, allí está Pequeño Hermano, encarnado por otro presidente, de comunidad autónoma o de tribunal, para retransmitírnoslo.

Tampoco es muy apropiado que la televisión pública albergue en su parrilla algo tan chismoso y sensacionalista como Hora cero (TVE-1), pero hay que reconocer que el reportaje Farruquito: muerte de un peatón era, desde sus premisas, muy impactante, por el acierto de concentrar la línea dramática en dos mujeres, dos elocuentes y a veces tremebundas madres corajes, la viuda del atropellado, María Ángeles Madero, y la madre del recién encarcelado bailaor, Rosario Montoya. Cada una defendía lo suyo, y si bien la razón moral la tiene sin duda la esposa del fallecido Benjamín Olalla, la madre gitana articulaba con gran fuerza de persuasión las razones o errores fatales de su hijo. Una frase destacó en las intervenciones de ambas. Contundente la de Rosario: "¡Que no coman más!" (los paparazzi, de la tragedia, quería decir). Y elegíaca, emocionante en su dulce andaluz, la de María Ángeles sobre el marido muerto, esté donde esté: "Él me va a esperá".